LA VOZ DEL ELAIOS SE CONFITA Por Carmen Bosqued

¿UNA EXPERIENCIA? NEGATIVO, 22 EXPERIENCIAS. ¿UN PUNTO DE VISTA? CASI, 22 PUNTOS DE VISTA. NO ES UN CONFINAMIENTO, SON 22 CONFINAMIENTOS. NO ES UN PERIÓDICO, SON 22 PERSONAS QUE COMPARTEN LOS LATIDOS DE SU CORAZÓN POR UN PROPÓSITO: INFORMAR. Y ESO PRECISAMENTE ES LO QUE VAN A HACER, INFORMAR Y CONTARNOS PERSONALMENTE COMO HAN PASADO ELLOS ESTE ACONTECIMIENTO MUNDIAL A DISTINTO TIEMPOS.

Begoña Campo: «Cada año un confinamiento, por favor. Es una situación ideal. No salir de casa, no ver a tu familia, ni a tus amigos, ni a tus alumnos, ni a tus compañeros de trabajo. Levantarte por la mañana con 50 correos que corregir, dar clase en videollamadas que se cortan. Sentir que hablas a la nada. Irte a la cama con dolor de espalda después de todo el día sentada delante del ordenador. Y así un día y otro y otro más. No puedo imaginar nada mejor.» 

Olga Felipe: «El confinamiento lo he vivido con sentimientos encontrados. En lo más personal y familiar, he sido una privilegiada, que ha pasado el encierro en una vivienda con jardín, rodeada de mi toda mi familia más cercana, disfrutando del aire libre y de actividades familiares recuperadas; por contra, el terreno profesional ha sido bien diferente. La pandemia me ha dejado lo más desagradable de mi profesión ( las correcciones y la burocracia), llevándose lo que de verdad me llena: el trato directo con alumnos y compañeros y la satisfacción de enseñar algo a los primeros. A ello hay que añadir un profundo sentimiento de tristeza, por la enormidad de lo ocurrido, de preocupación por mi madre, persona de riesgo y de incertidumbre, por el futuro que se avecina y que solo podemos vislumbrar. Para terminar, el estrés, ese bichito que va creciendo dentro de uno hasta que llega un momento en que no se puede controlar, ha hecho mella en mí hasta extremos preocupantes, sobre todo en estas últimas semanas. Las causas fundamentales han sido las contradictorias y absurdas instrucciones de nuestras autoridades educativas y mi dificultad de manejo de las nuevas tecnologías, que he me ha obligado a hacer y rehacer durante horas… El balance ha sido claramente negativo. ¡Qué venga cuanto antes la normalidad!, que no debe confundirse con el terrorífico oxímoron eufemístico de “nueva normalidad.”»

Víctor Bravo: «El confinamiento ha sido un auténtico apocalipsis en lo que refiere a educación. Al principio, todos pensábamos que iba a ser dos semanas, comenzamos a hacer trabajos y más trabajos. Poco a poco nos fuimos acostumbrando, y al final hemos terminado dominándolo a la perfección. Por lo demás, todo este tiempo lo he dedicado a mí mismo, a conocerme y entenderme. Un auténtico gusto.»

David Navas: «Ha habido días que se me han pasado más rápido que otros pero con el teletrabajo lo he llevado más o menos bien, ya que todos los días hago casi lo mismo. Casi no he salido a causa de esto y es una pena porque ,en Mayo, a mi abuela le dio un ictus y no pude ir a verla a causa de las medidas en los hospitales contra el coronavirus pero ahora ella ya está bien. Ahora que está situación está mucho mejor espero que ,al final, volvamos a la normalidad.»

Íñigo Álvarez de Lara: «El confinamiento ha supuesto un parón total en mí, y no habría sido peor ya que ir a clases presenciales era lo que me había animado a estudiar desde siempre, y debido al encierro, la motivación y la concentración que tenía en clase se esfumó para no volver hasta mucho después. Sin embargo, el confinamiento me ha enseñado que hay que saber hacer frente a cualquier problema que se nos presente, y sobre todo, hacer cosas que aporten a tu bienestar y orden personal, ya que esta situación ha parado el mundo y a su gente, pero siempre hay una nueva oportunidad para volver. Como dijo una vez Jorge Drexler en su canción «Movimiento»: «Lo mismo con las canciones, los pájaros, los alfabetos; si quieres que algo se muera, déjalo quieto». ¡Un saludo y mucho amor para todos!. «

Paola Ros: «Cuando una servidora empieza una cuarentena, lo que se espera es una experiencia basada en la preocupación por los seres queridos, la situación sanitaria y  el futuro escenario económico. Lejos de ello, como estudiante (e imagino que los profesores activos también), me ha preocupado más seguir con el curso que estar experimentando una pandemia mundial. Solo me queda decir, gracias sistema educativo.»

Carmen Bosqued: «Mi experiencia durante este periodo de encierro no ha sido gran cosa. Apenas he estudiado (como para hacerlo con el teletrabajo), no he hecho mucho ejercicio físico y tampoco he aprendido a hacer cosas nuevas. Sin embargo, este tiempo conmigo misma sí que me ha ayudado a pensar acerca de lo que quiero hacer y lo que quiero ser en la vida. Me ha ayudado a plantearme realmente como soy y a descubrirme a mi misma.»

Sergio Alvira: «Esta cuarentena me ha cambiado bastante, pero de manera muy lenta, eso sí. He tenido tiempo para reflexionar sobre mí y también para centrarme en mi creatividad. Me acostumbré rápido a estar asilado, y ahora incluso lo echo de menos, en muchas cosas el estar solo me ayuda, pero también me he dado cuenta de que en muchas otras es necesaria la compañía.
En cuanto a los estudios, me he dado cuenta de lo fácil que es perder el ritmo de clase, y ahora he conseguido ver lo mucho que que me dedicaba a estudiar durante el curso.»

Alejandro Gascón: «Jamás hubiera pensado que me tendría que adaptar a una situación en la que nos veríamos obligados a quedarnos en casa durante dos meses. Ha sido muy raro y duro a la vez, y echas de menos el simple hecho de no poder ver a tus amigos o ir a clase y no ver la cara de muertos de tus amigos todas las mañanas.»

Nicolae Borta: «Durante estos meses de cuarentena por culpa de Covid-19 mi vida ha sido como unas vacaciones de verano con antelación. Simplemente me he quedado en mi cuarto jugando videojuegos y viendo vídeos en YouTube o series en internet. De vez en cuando he asistido a clases y he hecho los deberes mandados, pero en gran parte me he dedicado a entretenerme para matar el tiempo. Gracias a esto, la cuarentena se me ha pasado bastante rápido y no he pasado por ningún episodio desagradable. Soy una persona introvertida, por lo tanto no me ha costado adaptarme a las condiciones, no he sentido necesidad de salir de casa tampoco. Ya que muchos años durante las vacaciones de verano puedo estar durante semanas sin quedar con amigos y simplemente pasar un buen rato solo en casa en Internet. En cuanto a la educación, creo que los profesores han sabido adaptarse de forma decente, por lo que tampoco encontré muchas dificultades o problemas. Simplemente, debido a la sensación de que el mundo se ha parado, mi mente ha entrado en una especie de estagnación, impidiéndome ser eficiente en mi trabajo de estudiante, y hacerme sentir como si el mundo estuviera parado, lo cual se puede considerar como una sensación dañina, tanto para mi estado mental como para mi eficiencia escolar.»

Lucía Ibor: «El confinamiento ha sido para mí una experiencia nueva  a todos los niveles. En los estudios, el aprendizaje autodidacta fue uno de los mayores obstáculos que encontré.  Sin embargo,  gracias a mis profesores y a una férrea planificación del estudio conseguí superarlo e incluso disfrutar de la situación hasta cierto punto. Por otra parte, fue muy duro no poder ver a mis compañeros y amigos en persona, aunque gracias al aislamiento pude conectar mejor con mi familia y conmigo misma. En el futuro puede que incluso recuerde el confinamiento con cierta nostalgia, como una experiencia nueva que me hizo salir de la rutina y evolucionar como persona.»

Laura Hernández: «Vivir el confinamiento ha sido una experiencia difícil, que se ha ido haciendo más cuesta arriba con el paso de los días. Personalmente, lo que más me ha afectado no ha sido el hecho de estar encerrada en casa, ya que soy una persona muy casera, sino el haber estado tanto tiempo rodeada de las mismas personas, sin tener ni un solo minuto de «soledad».
Por otra parte, buscando el lado positivo de la situación, el confinamiento me ha servido para pasar tiempo en familia y hacer actividades que nunca hubiera hecho si esto no hubiese ocurrido.»

Lucía Magaña:
«Estos días hemos vivido un acontecimiento nunca visto anteriormente, pues hemos tenido que permanecer encerrados en nuestras casas durante más de dos meses con el objetivo de frenar el contagio del Covid-19. En mi caso, he conseguido llevar los días de la mejor manera posible; he adelantado contenidos de carácter académico, he practicado algo de deporte, he hablado con mis amigos y familiares por videollamada, e incluso he plantado flores, perejiles y ajos. De todas formas, es imposible negar que ha habido muchos días en los que me he sentido impotente, frustrada y sin ganas de hacer nada. Sentía que no aprovechaba el tiempo, y eso es lo que menos me gusta del mundo. He de decir que, el hecho de haber vuelto de Grecia en pleno confinamiento, me ayudó mucho psicológicamente, porque el cambio no fue tan drástico para mí. Al haber convivido durante una semana con todos mis amigos en otro país (mucho menos afectado por la pandemia) llegué a España muy tranquila.» 

LA COSA NO VA DE BATUTAS Por Carmen Bosqued y Hugo Grimalt

PARA LOS QUE QUIERAN SUMERGIRSE EN EL MUNDO DE LA DIRECCIÓN DE ORQUESTA Y COROS Y VER SU CARA MÁS OSCURA; AQUÍ LES TRAEMOS UNA ENTREVISTA CON UN ALUMNO DEL CONSERVATORIO SUPERIOR DE MÚSICA DE ARAGÓN: PABLO GONZÁLEZ.

¿Cúal fue el momento en el que decidiste que querías dedicarte a la música?

«Creo que para decidirte a estudiar música tienes que tener la sensación de que no puedes vivir sin la música. Es bastante arriesgado y parece una tontería, pero en cuanto puedes estar un día sin escuchar música o sin estudiar o sin pensar en ella, ya no deberías dedicarte a la música. Es un sacrificio, es arriesgarte mucho, es un mundo difícil. Hay que sacrificar mucho y tienes que tener eso muy claro. Yo eso lo tuve más o menos claro en cuarto de profesional, que es como cuarto de la ESO, en que yo estaba estudiando violín, pero tenía claro que no quería seguir estudiándolo. Por otro lado, también tenía muy claro que no podía dejarlo, porque no podía dejar la música. Y ahí es cuando decidí que tenía que cambiar de carrera, tenía que cambiar de opción, pero quería estudiar música y lo tenía muy claro por eso, porque no podía estar sin la música.»

De las miles de razones que puede haber para decidir estudiar el grado de Dirección en el CSMA, ¿cuál fue la tuya?

«Ahora mismo el CSMA, que es el Conservatorio de Aragón, es un conservatorio que está tirando bastante fuerte y es de los mejores conservatorios públicos de España, que es algo que muy poca gente sabe. Es un Conservatorio que se ha puesto las pilas y están haciendo las cosas muy bien. ¿Por qué dirección? Porque en dirección, una cosa muy buena que hay es que haces muchas horas de prácticas. En muchos otros conservatorios hay más plazas, cogen a más alumnos, y por el sistema tiene muchas menos horas de prácticas. Además, los dos profesores que hay son muy buenos. Son dos profesores absolutamente opuestos, lo que te permite conocer dos mundos: uno, en primero y segundo; y otro, en tercero y en cuarto. Esto podría confundir a los alumnos, pero como son dos profesores tan buenos y con tanta comunicación entre ellos no hay problema.»

Con la educación que estás recibiendo y las experiencias que has ido adquiriendo a los largo de tus años dirigiendo a personas diferentes, ¿Qué crees que hace a un director de orquesta excelente?

«Lo que habitualmente pensamos sobre esto es que lo que cambia de un director a otro es su forma de interpretar la música; es decir, la música ya está escrita, el compositor escribe la música y al escribir la música utiliza una serie de signos para lo que él está pensando, plasmarlo en el papel. Luego entonces hay que interpretarlo, y siempre hay un margen de interpretación. Hay compositores que permiten más margen y otros que, menos. Todos esos matices de interpretación para un lado o para el otro es lo que cambia de un director a otro y es lo que hace a un director mejor o peor. Eso es lo que solemos pensar. Luego creo que hay otro punto más, que es todo el talento que tenga el director. No solo como músico, sino también su talento en el trato con los músicos, en la gestión, en hacer espectáculos que llamen a la gente… Un poco esas dos facetas: como músico y como líder y coordinador.»

En cuanto al repertorio, ¿cuáles son los compositores cuyas obras te inspira más dirigir?

«Cuando estás dirigiendo, cuando estás interpretando, y ya llegas a cierto nivel de profundidad, que hay como un paso más, que tú ya realmente sientes que estás haciendo la música, te metes más en situación, te pones más en el lugar. Esto es un poco abstracto y un poco extraño, pero es una sensación en la que suena click y ya estás ahí. Hay veces que tu estás interpretando y esa música te llega un poco más, la interiorizas de otra manera y la estás interpretando de otra manera y estás como más en conexión con el autor. Esto no pasa necesariamente con un solo compositor, yo todavía lo estoy descubriendo. Sé es verdad que luego todo el mundo prefiere un estilo u otro. Yo, en particular, por poner nombres, compositores del primer romanticismo como Schubert, Beethoven aunque sea clasicista, Schumann, Brahms… un poco el romanticismo, y en concreto las piezas con las que descubrí este paso fue con Tchaikovsky. Es un compositor que siempre me ha gustado, pero igual nunca ha sido el que más, y me pasó con él enseguida. Enseguida interioricé su música.»

Siempre ha sonado pretencioso acercarse a figuras icónicas de cualquier tipo de arte, sin embargo, ¿hay algún director (del pasado o del presente) que tengas como modelo, que admires o que sientas que tienen un temperamento parecido al tuyo?

«Hay diferentes tendencias. Hay directores que se agrupan en pequeños círculos y se diferencian en estos directores hacen las cosas así y estos otros las hacen asá. A mi, particularmente, mientras que hay mucha gente que defiende a los antiguos, a la vieja escuela, a los grandes directores del pasado; yo creo que en el pasado se hacían las cosas como se tenían que hacer, pero ahora hay muchas nuevas formas de hacerlas y a mí eso me atrae más. En concreto, de las vías que hay ahora, yo me quedo mucho con lo que se llama el historicismo, que son directores que estudian, desde el punto de vista de la historia de la música, las partituras en profundidad y tratan de recrearlo de la formas más fiel posible en cuanto a instrumentos, técnicas etc. Y yo me quedo mucho con esa corriente. Por poner nombres, aunque no haya ninguno con el que me sienta identificado totalmente, sí que hay uno en concreto, Roger Norrington, que además lo identifico mucho con mi profesor de ahora tanto mental como físicamente. También me gusta mucho particularmente Sir Eliot Gardiner.»

¿En cuantos instrumentos te has especializado?

«De ninguno. Yo empecé a hacer violín, y tengo el grado profesional de violín, pero no me especialicé en él, lo dejé. No me he querido especializar en ningún instrumento, porque es muy duro tocar un instrumento. Es más duro tocar un instrumento que dirección. Son muchas horas teniendo que estar con tu instrumento tocando y estudiando, mejorando y repitiendo todo el rato. Yo no puedo con ese trabajo, hay gente que puede y la admiro muchísimo, pero yo no podría. Por eso, no estoy especializado en un instrumento; a mí me gusta más la dirección, porque tocas más cosas. Como que tienen más cosas con las que jugar. Estudias historia, armonías, tienes que analizar todo desde muchos parámetros, estás todo el rato cambiando de actividad, no estás todo el rato centrado en tu objeto para hacerlo todo perfecto.»

¿Cuál es el máximo número de personas que has dirigido en una orquesta? ¿Y el mínimo?

«El mínimo número de personas que he dirigido es una. Lo cual no tiene mucho sentido ya que dirigir es coordinar, y no puedes coordinar a una sola persona. Llegué a esta situación porque nosotros las clases del día a día las damos con dos pianistas. Entonces un día faltó uno y pude solo dirigir a un pianista.

En concierto, el máximo ha sido siete personas, que fue en un concierto en el que interpretamos Historia de soldado, que es una pequeña obra de teatro que tiene muy pocos instrumentos. Son solamente siete instrumentos, y el narrador, ocho.

Y el máximo en orquesta, he llegado a dirigir a unas 60 personas.»

¿Cuáles son tus planes y proyectos de futuro?

«Es una pregunta muy complicada ahora, por todo lo que ha pasado. Para empezar soy una persona que no le gusta pensar en el futuro; lo que sí que tengo pensado es este verano no hacer nada. Iba a hacer cursillos pero tal y como está la situación, está difícil acabar cuarto al año que viene. Si puedo graduarme, que no sabremos si podré, acabar al año que viene. No sabemos si se van a poder hacer ensayos ni actuaciones, es muy difícil. Entonces, si puedo, acabar cuarto y después hacer un postgrado en el extranjero, aún no se sobre qué. Un poco mi futuro es ese. Decidir el postgrado y después ya veremos como está todo, porque la situación es ahora muy complicada para poder tener una idea más clara de qué va a ser del futuro.»

¿Que crees que marca una verdadera tendencia o estilo dentro de la dirección orquestal?

«Sobre la dirección creo que hay que tener cuidado, precisamente con intentar marcar una tendencia. Porque mucha gente, muchos directores, por querer marcar una tendencia, al final lo que están haciendo es salir de ese margen de interpretación que pueden dejar los compositores en las partituras. Hay que tener mucho cuidado, porque la mayoría de los directores que quieren marcar tendencia se salen de este margen de interpretación. A partir de ahí, hay que plantearse cuál es el prisma o tu prioridad de objetivos con el cual interpretas. Hay directores que prefieren hacerlo históricamente, lo más real posible; otros, que quieren que sea lo más explosivo posible, y o lo más sentimental posible. Algunos, quieren que suene muy fuerte y muy grave, y otros, que suene pequeñito e íntimo. Cada uno tiene su estilo y busca un sonido o una forma de hacer las cosas.»

¿Crees que el público que consume música clásica que asiste a los teatros, envejece sin remedio?

«Rotundamente sí. El público que acude a ver este tipo de espectáculos, no sé si pasa lo mismo en el teatro, pero en la música clásica está bastante envejecido, y es algo que me da mucha pena, porque en un concierto de música clásica actual, existen dos tipos de público: un mayoría cuya media de edad es de los sesenta años, y luego, un pequeño porcentaje, que son los que realmente nos gusta la música clásica, en la que hay personas de todas las edades. Pero más que el público sea mayor, es que la música clásica tiene restos de acto social, y el público que va, especialmente el público mayor, siempre va para vestirse de una forma, para encontrarse a un tipo de gente, y eso es lo que más me apena. La música clásica es cultura, y debe ser considerada como un acto cultural, al que pueda ir todo tipo de público. Este problema en Europa es todavía es más grave; en España pasa un poco menos, porque tenemos menos nivel cultural. Aunque en España todavía hay gente que se sorprende, si le invitas a un concierto de música clásica; a lo mejor piensa que hay que ir con una ropa determinada. Por eso, todavía queda esa barrera.»

¿Resulta relativamente sencillo encontrar trabajo siendo director de orquesta, o por el contrario es una tarea ardua?

«Es muy difícil; es tan sencillo como hacer matemáticas: ¿Cuántas orquestas hay? ¿Cuántas bandas, coros, musicales, espectáculos de música en directo, orquestas de bandas sonoras, orquestas infantiles, orquestas de conservatorio…hay?

Después divides eso entre el número de gente que se gradúa de dirección de orquesta al año. Las matemáticas nunca salen. La suerte es que como es bastante trasversal, puedes tener muchas otras opciones, como ser profesor. Lo que normalmente se hace al empezar a buscar trabajo, es acceder como ayudante de otro director, y ese director luego te deja preparar a la orquesta, y cuando esa persona se jubila o tiene un proyecto que no puede hacer, entonces te recomienda.»

¿Podrías hablarnos de los tipos de batutas? ¿Cuál consideras que es la más adecuada? ¿y las menos aconsejables?

«Creo que es la pregunta que menos me gusta, puesto que la gente que no conoce el oficio está obsesionada con las batutas. El problema reside en que dentro de los que estudiamos dirección, algunos nos damos cuenta de que no es para tanto, mientras que otros están igual de obsesionados. Considero que esto es algo peligroso, porque no es para tanto. Sí que debe de existir cierto fetichismo en el ámbito instrumental, porque sí entiendo que a un músico le guste su instrumento, al igual que a un bailarín o a un futbolista sus zapatos. Pero en el caso de las batutas, a parte de algo personal, no hay que darle tanta importancia, puesto que es tan solo una herramienta.

Hay muchos directores que piensan que no tienen que tener empuñadura, que tiene que tener una distancia determinada…

Evidentemente, hay mínimos de calidad, no vale cualquier cosa, pero a partir de ahí depende de las preferencias de cada uno. No son tan caras, y se puede conseguir una muy buena batuta por un precio muy asequible.

A mí me gusta que tenga empuñadura, y que pese poco. También me gusta que no sea demasiado larga. Hay directores que llevan batutas sobredimensionadas que dan la apariencia de un cetro; lo importante es que se vea, el resto es decoración.

Me gusta que los materiales de los que esté hecha sean ligeros. Antes llevaba una de madera que pesaba demasiado, y ahora tengo una de corcho y fibra que pesa menos.»

¿Existen diferentes estilos o escuelas en la dirección de orquesta? Si es así, ¿Cuáles son?

«Como he comentado que existe el historicismo, existen otros estilos. Las diferentes escuelas que hay, algunas más definidas que otras, dependiendo de los diferentes maestros del siglo XX que teorizaron e hicieron pedagogía sobre la dirección de orquesta, se crean ciertas líneas de pedagogía que los diferentes músicos deciden seguir. Esto se puede llamar escuelas. También es influyente la geografía, desarrollándose ciertas escuelas por regiones. Lo que varía en las distintas escuelas es el método por el que llegar al mismo resultado.

Puede variar la concepción del cuerpo, existiendo escuelas que utilizan más la muñeca, el brazo, el hombro, o todo el cuerpo. Hay escuelas en las que todo debe ser técnicamente perfecto, existen otras en las que no tiene que ser perfecto, pero tiene que ser expresivo.»

¿Has pensado en tener una carrera como compositor?

«Cuando estudias dirección estudias composición y viceversa. A mí me gusta componer; sin embargo soy un tanto mediocre, aunque soy creativo, y he compuesto algunas cosas. Siempre que compongo algo, es clásico; no compongo canciones actuales. Hay gente que tiene mucho talento para componer canciones de pop o de trap. Yo no tengo ese talento, aunque tampoco me he puesto a componer algo más comercial, porque siempre que compongo, lo hago para mí.

Me estuve planteando estudiar dirección o composición, aunque al final me decanté por dirección. Composición lo descarté, porque estudiar composición clásica es un poco cerrado, en el sentido de que estás estudiando algo que ya no se hace. Ahora, la composición es producción, si tú quieres componer y que tu música se escuche, debes depender mucho del mundo audiovisual y el mundo comercial.

No me veo en una carrera por lo que he comentado anteriormente, aunque sí que es algo que hago de vez en cuando, y que me divierte.»

Por último, ¿qué consejo le darías a alguien que quiere empezar el grado de dirección en el CSMA?

«Le aconsejo que lo haga, porque es muy divertido, sobre todo que escuche mucha música. Principalmente, por lo que he comentado antes de que si te vas a dedicar a la música, no puedes vivir sin ella. Si te das cuenta de que podrías vivir sin música, estudia otra cosa, porque vas a ser mucho más feliz estudiando lo que sea. Si tienes claro eso, escucha mucha música, conoce mucho, y cuanto más escuchas más abierto eres de mente y más bagaje tienes. Es muy necesario en esta profesión escuchar de todo, incluso cosas que en principio no te gustarían, las escuchas, y aunque luego no te gusten, ya las conoces.

A parte de eso, también le recomiendo que se prepare, que estudie mucho, que para hacer la prueba de acceso se la prepare muy bien. No es ninguna tontería invertir un año entero en hacer una prueba de acceso bien. Yo no lo hice, me estuve preparando durante varios meses.

Le recomendaría que no tuviera ningún pudor en venir a hablar con nuestros profesores, en venir a nuestros conciertos, en venir a nuestras clases, en venir a nuestros ensayos; por dos cosas, la primera es que así le vamos a conocer, y la otra, porque en la dirección es algo muy importante, el tener contactos, el moverse, el no tener vergüenza, entonces, cuando antes entres en contacto, antes vas a perder la vergüenza.

Finalmente hay que tener en cuenta que la dirección es muy comprometida, en el sentido del tiempo. Tienes que estar muy disponible, y este es uno de los mayores sacrificios que tienes que tener en cuenta antes de empezar. Por ejemplo, si te dicen que a las siete de la tarde tienes que hacer un ensayo de última hora, tienes que hacerlo; si te dicen que tienes que quedarte un fin de semana para perfeccionar una parte, tienes que hacerlo. Es una carrera en la que tienes que estar dentro, de hecho yo estudio dentro del conservatorio, porque a lo mejor estoy estudiando, viene alguien, me pregunta algo, y eso me da una oportunidad, para conocer a esa persona, su instrumento y a su profesor.»

UN LABERINTO EN MADRID Por Carmen Bosqued y Nicolae Borta

LO QUE AL PRINCIPIO PUEDE PARECER UNA VISITA A UN MUSEO NO SIEMPRE ACABA SIENDO ESO. EL MUSEO REINA SOFÍA ES UN GRAN EJEMPLO DE ELLO. PESE A LA ENORME VARIEDAD DE SENTIMIENTOS Y OPINIONES QUE PUEDE LLEGAR A EVOCAR ESTE MUSEO, NINGUNA DE ELLAS PASA POR LA INDIFERENCIA. PARA SABER MEJOR DE LO QUE ESTAMOS HBALNDO, A CONTINUACIÓN VAIS A PODER SUMERGIROS EN DOS PUNTOS DE VISTA RELATIVAMENTE DISTINTOS.

Carmen:

Cuando me paré ante las puertas del museo mis expectativas subieron como la espuma del mar con marea alta. Una estructura exterior llamativa, con muchos cristales y aspecto histórico. Todo lo que me gusta de un edificio. Sin embargo, al entrar, esa espuma se evaporó como si todas las olas dejasen de chocar con fuerza contra las rocas de los acantilados. Salas llenas de cuadros que, aunque con mérito, para mi gusto, demasiado abstractos. Paredes a rebosar de obras que solo el mismísimo autor podría descifrar. Lienzos demasiado recargados y lienzos demasiado vacíos. Colores muy fuertes y penetrantes y colores tan suaves que apenas los percibían los ojos. A cada esquina, algo nuevo sobre lo que pensar.

Pero no todo para mí fue decepción y contradicciones, hubo cosas realmente atractivas y fascinantes. Un ejemplo concreto fue el Guernica. Había visto innumerables veces ese cuadro en fotos y apuntes de historia del arte, pero los sentimientos que te evocan un solo vistazo son tan indescriptibles como fascinantes. Un cuadro enorme que te muestra los sentimientos del autor (y que si sabes de arte, también te muestra varias connotaciones políticas de la época) y que te hipnotiza.

Lo que más quiero destacar la visita al museo son dos cosas. La primera: Maruja Mallo. Una gran mujer de la generación del 27 que convivió con nombres tan grandes como Federico García Lorca o Concha Méndez. Pero estaríamos pecando de injusticia si la recordásemos por convivir con grandes nombres y no por ser un gran nombre. La señora Mallo tiene una gran colección de óleos que sin duda son talento puro. Títulos como “La verbena”, “Razas” o “Canto de las espigas” no pueden pasar desapercibidos por las personas que vayan a visitar este museo. Y lo segundo: el conjunto sala de exposición de lienzos y obras con sala de arte audiovisual cinematográfico. La transición de sala a veces está acompañada de pequeños espacios donde se proyectaban películas o cortometrajes, hecho que me parece bastante apropiado, para no solo conocer las obras materiales en cuanto a cuadros y maquetas y esculturas se refiere. Además, esto te ofrece un descanso del monótono paseo que otro museos podrían ofrecer, añadiendo un ápice de variación.

Nicolae:

La exploración de este laberinto de Creta, cuyo guardián que te acecha no es el minotauro, sino el alma de todas las obras que observas de vuelta en las paredes que les sirven de apoyo y escenario, no se puede describir de otra forma más que aventurosa y desentrañable. Ya que en las horas que pasamos en ese maravilloso lugar apenas nos dio tiempo a deleitarnos la vista con una sola de las cuatro plantas llenas de arte. Sin duda la comparación más acertada para esta gran obra arquitectónica es un laberinto, lleno de pasillos que se entrecruzan, interrumpidos por las distintas cámaras que guardan las obras, conectando entre sí multitud de pasillos.Uno de los puntos de orientación más destacable es el metrónomo gigante (Indestructible Object, de Man Ray). Esta representación a gran escala de un objeto habitualmente diminuto causa un decente nivel de impresión y admiración, cuyo movimiento redundante y monótono, acompañado además de la siniestra imagen de un ojo humano, produce un efecto de casi hipnosis,l que se le queda observando.

Entre la multitud de salas que presentaban cuadros estáticos de la primera planta había también salas cinematográficas, representando mediante películas habitualmente antiguas, escenas artísticas o informativas, según quien las describa, describiendo un paisaje familiar al autor de esas películas.

En general, la sensación de misterio de estar andando por el gargantuesco edificio produce un placer ocasionado por el sentido de la aventura, del descubrimiento de distintas obras, como si fueran cofres con recompensas de las andadas que realizas en ese espacio. El andar sin un mapa, sin un guía, en mi opinión, incrementa el interés que se tiene a lo que se descubre. Y no es una exageración, pues como mencionamos anteriormente, el museo destaca por su gran extensión. No sería desacertado compararlo con una mazmorra o una pirámide antigua, cuyos tesoros esperan a ser descubiertos por los aventureros curiosos que se adentran en ella.

Y aunque es imposible que a alguien le gusten todas las obras, sin duda hay alguna que dejan impresión en quien las mira. La clave es poner a las pinturas abstractas, cuyo significado no se puede explicar una historia o un significado con el que uno se pueda identificar, eso las hace más personales y más cercanas al corazón del espectador. Pues, con un poco de imaginación, cualquier obra puede parecer una historia que se desenvuelve casi con moción cinemática frente a los ojos y la imaginación de quien las mire.

EL FUTURO CON EL SFUMATO Por Carmen Bosqued

¿Qué es el futuro? Pues la verdad, y para ser sinceros es una mierda. Y para nosotros, los adolescentes, es la peor mierda del mundo. Es eso que nos atormenta, que nos acecha, que nos obliga a estar cuerdos. Pero no cuerdos de estar en nuestras plenas facultades mentales, más bien todo lo contrario. He utilizado la palabra cuerdos por que al saborear su sonido, sientes las cuerdas que nos atan bajando por la garganta. Las sientes, y queman. Nunca dejan de quemar. Es por esto por lo que no me equivoco al decir que el solo recuerdo de la palabra “futuro”, su simple susurro, nos asusta. Su constante emisión hacia nuestros oídos hace que este ominoso término caiga sobre nuestra espaldas como el peso de una vida. Una vida que se va a ver presionada por preguntas sobre algo que a duras penas existe.

¿Que vas a querer estudiar? ¿Que puesto de trabajo vas a conseguir? ¿Vas a tener hijos? ¿No crees que deberías currártelo para el día de mañana?

Deberíamos convertir estas palabras en algo flébil, y no en algo digno de felicidad. Porque al fin y al cabo, ¿que es realmente el futuro? No es nada, y lo es todo. Es algo que pasa, pero que antes ha venido. Es algo que vivimos pero que no sentimos. Algo que no merece todas las connotaciones negativas que nos hace sentir. Ya que, después de todo el futuro es ahora. Y es que el siguiente segundo, ya es otro momento. Un momento que se esfuma delante de nuestras narices y nos quedamos mirando como idiotas, pensando que cuanto más hablemos de el, que cuanto más lo admiremos y valoremos, más tardará en irse. Por desgracia esto no pasa, y el presente se convierte en un pasado, al cual le sigue el futuro. Porque por desgracia, el tiempo es fatal, inexorable y no atiende a las peticiones humanas. Así que creo que deberíamos resignarnos al presente, y dejar de pensar en que podemos mantener y preparar algo que ni el más afortunado de los hombres podría controlar.

Carmen Bosqued González 2º Bachillerato C

MALAQUITO DE MEMPHIS O ALADINO DE MURCIA. Por Carmen Bosqued

Este 2019 nos ha dejado un montón de momentos graciosos en televisión, es por eso que hemos tenido que hacer una selección con los 5 momentos de mayor risa.

5º PUESTO: LA GENTE ES RETRASADA

Sucedió en el programa de Supervivientes 2020. Todo comenzó cuando la concursante Lara Álvarez estaba haciendo un directo con los fans del programa y tras unos minutos y creyendo que la conexión había finalizado soltó la frase: «La gente es retrasada». Sea como fuere, gran parte de las reacciones de los seguidores han sido positivas ya que entendieron que la expresión fue fruto del estrés que causa el programa.

La concursante Lara álvarez en el directo con sus seguidores en Supervivientes 2020

4º PUESTO: LA REPORTERA QUE FINALMENTE NO GANÓ EL GORDO

La reportera de TVE Natalia Escudero pasó a ser el rostro más viral de la Lotería de Navidad este 22 de Diciembre tras asegurar durante una conexión que le había tocado el primer premio. Entre llanto y alegría de la emoción aseguraba a sus compañeros que el Lunes no iría a trabajar. Sin embargo, minutos más tarde, se vió obligada a ratificar y a reconocer que no le había tocado El Gordo pero que le había tocado un «buen pellizco».

Natalia Escudero ratificando acerca de su fallo con el ganador del Primer Premio de La Loteria

3º PUESTO: DEBATE O CON BATE

No podemos pasar por alto el maravilloso debate a 5 que tuvo lugar el 20 de Noviembre tan lleno de momentos graciosos que nos dejaron lo líderes de los partidos políticos más importantes Pablo Casado, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal.

Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, sacando un adoquín en mitad del debate .

Pablo Casado, líder del PP, pregunta a Pedro Sánchez si Cataluña es una nación.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias se equivoca al decir «mamada» en vez de «manada»

2º PUESTO: TOCA ESTO NENA

Este momentazo pertenece a Masterchef celebrity, donde Yolanda Ramos les estuvo contando a Boris Izaguirre y a Tamara Falcó dónde se comparaba las bragas en su juventud. «Yo, tocaba viernes, mercadillo. Seis bragas, 25 pesetas de entonces», confesaba Yolanda Ramos. Ahí es cuando a la hija de Isabel Presyler casi cortocircuita porque, al parecer, la cosa le debía parecer una barbaridad. “¿Te comprabas bragas en el mercadillo?». Pero la mirada y la incredulidad de Tamara iba creciendo cuando escuchó con qué le envolvían las bragas las gitanas que se las vendían. «Toca esto, nena, y te hacían tocar, y te lo envolvían en papel de periódico», contaba Yolanda. “¿Y después te las ponías?”, le recriminaba Falcó a Ramos dándole un manotazo como si hubiera cometido un sacrilegio digno de ir al infierno.

Yolanda Ramos confesando intimidades con Boris y Tamara en el palco de Masterchef Celebrity

1º PUESTO: MALAQUITO DE MEMPHIS O ALADINO DE MURCIA

Parecía una respuesta sencilla, sin embargo, quizás conocer a las mascotas de los equipos de fútbol no forma parte de la cultura general. Pero la pista estaba en las letras que le ofrecieron para tratar de adivinar el nombre del equipo. Eran tres palabras y estas eran las letras que le ofrecieron: «_ _ L _ _ I _ O  D_ M_ _ _ I _». La pregunta era por el nombre de un equipo de fútbol que cuenta con el mapache Indi como mascota. Resultaba relativamente sencillo deducir que el club oculto era el Atlético de Madrid. Su primera opción forma ya parte de la historia de la televisión tras decir «Malaquito de Memphis» como posibilidad, un nombre que provocó las risas de Arturo Valls que aseguró que se trataba de una de las cinco mejores respuestas que había recibido nunca. Pero la siguiente no fue peor. «Aladino de Murcia», sugirió cuando al temporizador contaba ya sus últimos segundos.

La concursante de Ahora Caigo intentando adivinar erróneamente la respuesta.