EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE COVID-19 Por Lucía Ibor y Sergio Alvira

CON LA CRISIS SANITARIA DEL COVID-19, NUESTRAS VIDAS HAN DADO UN INESPERADO GIRO DE 180º. DESDE LA MANERA EN LA QUE NOS RELACIONAMOS CON LOS DEMÁS, HASTA CÓMO HACEMOS DEPORTE O LA COMPRA SEMANAL. COMO ERA DE ESPERAR, EL SISTEMA EDUCATIVO NO SE HA LIBRADO DE ESTE FUERTE TERREMOTO, QUE AMENAZA CON CAMBIAR LOS MÉTODOS EDUCATIVOS Y LOS PRINCIPIOS DE LA ENSEÑANZA A TODOS LOS NIVELES.
Javier Lambán anunciando el 12 de Marzo en una comparecencia que los colegios de Aragón se cerrarían hasta nuevo aviso.

El estado de alarma que se decretó el pasado 14 de Marzo obligó a toda España a recluirse en sus viviendas por un objetivo común: reducir la curva de infectados por COVID-19 y evitar el colapso del sistema sanitario. Los centros educativos, que constituían un gran foco de contagios, fueron cerrados en los días previos.

Hablamos en nombre de todos los alumnos cuando afirmamos que, en cierto modo, nos alegramos  de no tener que asistir presencialmente a clases. La idea de poder dormir hasta mediodía, junto con el hecho de no tener que movernos de nuestra habitación para trabajar, solo hacía la idea del confinamiento más atractiva. En un primer momento, muchos de nosotros casi dábamos por hecho que nos había tocado la lotería.

Sin embargo, la situación probó ser muchísimo más dura de lo que esperábamos: las dos semanas iniciales se convirtieron en un mes, que siguió a otro, y de pronto ya empezábamos a darnos cuenta de la gravedad de la situación.

Aplicaciones de videollamada más utilizadas

Las clases y los exámenes eran muy diferentes a los que hacíamos habitualmente, tuvimos que dominar en tiempo récord un sinfín de aplicaciones nuevas y en muchas ocasiones nos peleamos en casa por los ordenadores y el Internet −que nuestros padres y hermanos ocupaban al mismo tiempo que nosotros−. Aunque sin duda alguna el peor golpe de realidad fue darnos cuenta de que ya no volveríamos a ver a nuestros compañeros en clase, y que no podríamos socializar en persona con ellos a menos que nos viéramos fuera de clase.

Como  en otras ocasiones, los alumnos y jóvenes nos refugiamos en Internet para exponer nuestros problemas e inseguridades, y nos dimos cuenta de que estas sensaciones eran generalizadas. Por descontado, los memes que surgieron a raíz de plataformas como Google Classroom o el correo electrónico nos ayudaron a afrontar esta nueva situación con otros ojos.


Con la llegada de la cuarentena el equipo docente también ha tenido que cambiar los métodos de enseñanza. E-mail, Google Classroom, Google Meet, Edmodo, Skype, Discord… de un día para otro (literalmente) los profesores se han tenido que familiarizar con todas estas plataformas. Algunos ya las utilizaban normalmente en sus clases y no ha supuesto un gran cambio, otros han tenido que iniciarse pero han tardado poco, y para otros tantos, no tan familiarizados con el uso de nuevas tecnologías cuando imparten sus clases, ha supuesto toda una aventura.

En el caso del Élaios no ha habido un modelo general de clases online, si no que cada departamento era libre de impartir la clase como quisieran, en algunos han instaurado un sistema común, y en otros se ha dejado a elección del profesor el método. Esto sin duda ha generado una gran variedad de formas de dar clase, haciendo que cada alumno trabajará con tres o cuatro herramientas diferentes.

Los más tradicionales se han inclinado por el correo electrónico: los profesores mandan las tareas en un correo y los alumnos les responden con un Word de los ejercicios completados. También han triunfado las plataformas de aulas virtuales como Edmodo (una vieja conocida del departamento de Tecnología) y Google Classroom cuyo nombre hemos conocido casi a la vez que “Coronavirus”. En cuanto a mecánica son muy parecidas a mandar correos, pero todo organizado en una especie de muro, como el de Facebook, y donde puedes crear asignaciones con fecha límite, a las que los alumnos deben de enviar sus deberes.

La falta de contacto personal con los alumnos y  la dificultad de transmitir las instrucciones  de cómo realizar las tareas (sobre todo a los alumnos de 1ºESO) eran dos de las mayores dificultades que he encontrado respecto a la enseñanza online. Además, es mucho más complicado trabajar mediante este método con alumnos que tienen Adaptaciones Curriculares Significativas, ya que suelen hacerlo con otros materiales y requieren un mayor control de la tarea. Por otra parte, los profesores hemos tenido que insistir mediante correos o avisos en el SIGAD a determinados alumnos para que trabajasen, lo cual a veces nos suponía un enorme grado de frustración cuando estos no las realizaban. 

De la misma manera, me ha supuesto mucho estrés el desconocimiento total de cómo desarrollar mi labor docente en estas circunstancias excepcionales, y las pocas directrices que hemos recibido de la Administración. A este hecho se le suma el aprendizaje “ a contra reloj» de algunas herramientas TIC, que han sido de gran utilidad. No obstante, considero que aún tengo que seguir aprendiendo para sacarles más partido. 

Susana Berné, profesora de inglés

Dar clases online no se ha estilado mucho en el instituto, pero algunos profesores han pensado en sus alumnos y han decidido no perder el formato tradicional de clase, necesario para comprender algunos conceptos complejos. Algunos han optado por las videollamadas de toda la vida via Skype, o con una estructura más parecida a la de una clase con Google Meet.

Skype es una plataforma que ya conocía, ya que hace unos años recibí unos cursos de idiomas online utilizando este método. Además pregunté a mis alumnos y era la plataforma que mejor sabían manejar y casi todos la tenían instalada en su ordenador.

No era obligatorio conectarse, ya que soy consciente de que no todo el alumnado tenía acceso a Internet o a un ordenador para el solo pero la respuesta a esta propuesta fue muy buena e incluso en algunos grupos eran los propios alumnos los que demandaban las sesiones online.

Asun Marzo, profesora de Física y Química

E incluso alguno se ha pasado al streaming y ha hecho sus propios chats en directo, al que los alumnos se pueden unir y preguntar dudas. Alberto Uriz ha combinado esta herramienta con su blog:

“Discord me parece una herramienta muy útil para resolver dudas particulares ya que hablas directamente con la persona y captas su atención pudiendo compartir pantalla incluso usar pizarras digitales. En cuanto al blog, lo vengo utilizando desde hace años para colgar materiales y ayudas complementarias a las clases.”

Alberto Úriz, profesor de matemáticas.

A falta de clases online, la solución han sido los vídeos educativos de los que youtube está plagado. Unicoos o Susi profe son algunas de esas personas a las que hemos visto más que a nuestra familia esta cuarentena. No son nuevos como el Google Classroom, muchos los conocíamos desde hace años, específicamente cuando no habíamos entendido nada en clase y necesitábamos un apoyo el día previo al examen.


El futuro de la enseñanza es ahora incierto. El temor a nuevas oleadas de coronavirus hace que la estructura del curso que viene cambie. El presidente Sanchez comunicó en hace unos días las medidas que se aplicarán (si no las vuelven a cambiar en unos días claro está) en el próximo curso escolar. Hasta los 14 años no sera necesario llevar mascarilla ni respetar distancia de seguridad entre los pupitres, pero a partir de esa edad, los alumnos deberán respetar esa distancia y llevar la mascarilla cuando esto no sea posible. Se deberán de mantener todas las medidas de seguridad que se han adoptado durante estos meses, todo para evitar que la enseñanza presencial pueda ser un detonante de nuevos brotes.

Hemos preguntado a algunos profesores que es lo que ellos creen sobre el futuro de las clases y la integración de todas estas plataformas con las que ya nos hemos familiarizado:

Creo que la docencia online ha llegado para quedarse, y que por lo tanto docentes y alumnos vamos a tener que adaptarnos y seguir aprendiendo sobre herramientas educativas TIC. Sin embargo, creo firmemente que no puede sustituir a la enseñanza presencial (sobre todo en educación obligatoria, bachillerato y FP). Yo he trabajado con adultos durante tres años y, ni siquiera con ellos, veo viable realizar sólo trabajo online. Es cierto que, precisamente con ellos, las herramientas educativas TIC son muy útiles porque la asistencia a las clases de un adulto, que tiene otras obligaciones familiares y laborales, es complicada a veces. Pero, todo estudiante necesita un «feedback» habitual con el profesorado y debe ser «cara a cara», sin una pantalla de por medio.»

Susana Berné, profesora de inglés

“Las herramientas online, por lo que se viene comentando, parece que vamos a tener que seguir utilizando en sus diferentes versiones. Y las clases semipresenciales no es que las vea viable, más bien las veo inevitables para situaciones parecidas a la actual.”

Alberto Uriz, profesor de matemáticas

La enseñanza online, imagino se quedará dependiendo de cómo evolucione la pandemia. Lo que ya no sé si se utilizará esta herramienta u otras muy parecidas. En mi caso ha resultado muy útil su uso, ya que me permitía realizar una conexión por semana con los alumnos, poder hablar con ellos y resolver dudas de las tareas que tenían que hacer. Ha sido una forma de complementar esta nueva forma de enseñanza tan novedosa y complicada para todos.

El principal problema que veo de la enseñanza semi-presencial es que se debe asegurar la igualdad para todos los estudiantes. Debemos tener en cuenta la brecha digital, no todos los alumnos tienen acceso al material y muchos de ellos comparten el ordenador con sus hermanos o padres. Por esto, las administraciones públicas tienen que desarrollar iniciativas para que ningún alumno se quede sin acceso a la educación online

En mi opinión, la enseñanza semipresencial nunca podrá sustituir a la
labor del docente ni al proceso de aprendizaje de forma presencial. El profesor cuando imparte los contenidos en clase de forma presencial, establece un trato personal con sus alumnos individualizando y adaptando los contenidos para cada persona.

Asun Marzo, profesora de Física y Química

LA GRAN DESILUSIÓN Por Isabel Nieto, Lucía Ibor y María Falcó

El Museo del Prado, que se encuentra en la capital de España, es considerado uno de los museos más importantes del mundo. Posee una gran cantidad de obras de arte pertenecientes a Velázquez, Rubens o Goya, entre otros artistas, lo que atrae la atención de múltiples turistas, capaces de invertir el día en descubrir cada uno de los cuadros y estatuas presentes en el museo.

La Voz del Élaios, en su viaje a la ciudad de Madrid, no dudó en dedicarle unas horas a viajar por estas pinturas. Sin embargo, cuando todo parece ir como la seda, se presenta ante nosotros el antagonista de la historia: uno de los vigilantes, cuyas ganas de perder nuestros rostros de vista iban en aumento.

La puerta de Murillo, una de las tres entradas al Museo del Prado.

Pero no nos adelantemos todavía, empecemos por el principio. Los redactores de La Voz del Élaios veníamos de visitar la Biblioteca Nacional, y
todavía nos costaba sacudirnos el profundo sueño que teníamos después de haber amanecido a eso de las seis de la mañana. A pesar de ello, el Museo del Prado se alzaba imponente sobre nuestras cabezas, y solo podíamos pensar en las maravillas que íbamos a ver dentro.

Encontramos a nuestro guía en la puerta de Murillo, y nuestro itinerario comenzó con gran ilusión por parte de todos. No perdimos detalle de las obras que desfilaban ante nuestros ojos: desde la imponente Sala de las musas, pasando por “El jardín de las delicias”, “Las tres Gracias” o las famosas “Las meninas”.

Sin embargo, el hambre pronto hizo su gloriosa aparición en nosotros y decidimos quedarnos a comer en el museo. Convenientemente, habíamos dejado nuestras mochilas en las taquillas de la entrada, ya que en teoría no podíamos realizar la visita grupal con ellas encima. Además, dábamos por hecho que podríamos regresar a por ellas y seguir a nuestra bola. Por el camino hablábamos acerca de las obras que veríamos de nuevo y muchos de nosotros no ocultamos nuestra ilusión.

El vigilante nos detuvo al llegar a la entrada con la mano en alto. Nos informó de que supuestamente no podíamos volver a entrar al museo con nuestras mochilas, porque éramos un grupo. Nos informó además de que nos diésemos prisa al salir ya que taponábamos la entrada, impidiendo el paso de otros grupos. Nosotros, como era de esperar, no entendíamos por qué no se nos permitía seguir en el museo con nuestras mochilas, siendo que sí estaba permitido a los visitantes normales. La situación se convirtió en un partido de tenis: las acusaciones volaban entre nosotros y el vigilante. Al final y para nuestra mala suerte, ganó él.

Prácticamente nos habría dolido menos una patada en el culo que la indiferencia con la que nos echaron del museo. Con la indignación todavía en el cuerpo, nos sentamos a comer en los bancos frente a la puerta de Murillo. Justo en ese momento y por si no fuera suficiente, se puso a llover de repente. ¿Qué más nos podía pasar?

Visto desde lejos, es una anécdota graciosa sin más. Sin embargo, y a pesar de que ahora nos riamos

(¿qué nos queda si no podemos reírnos de nuestros problemas?), la verdad es que el trato que recibimos fue poco menos que insultante. Tratándose de una organización que recibe miles de visitantes cada día, esperábamos un trato formal, amable y facilitador, pero lo que obtuvimos fue rechazo, total desinterés y ganas de despacharnos.

Zona de cafetería del museo

No pudieron explicar por qué a los grupos no se nos permitía entrar a la zona de cafetería con mochilas, ni siquiera lo intentaron ni buscaron ninguna alternativa. En su lugar, obligaron a dos adultas responsables de más de 20 adolescentes a cambiar de un minuto a otro todos sus planes, dejándoles sin sitio para comer en mitad de Madrid y a punto de echar a llover. Por si fuera poco, mientras intentábamos dialogar para encontrar alguna solución, los guardias nos ignoraban, y cuando se dieron cuenta de que estábamos exigiendo un trato mejor, se dedicaron a señalarnos y a decir a grupos de visitantes recién llegados que estábamos en medio, estorbando sin motivo y no nos queríamos mover.

No todo el mundo vale para trabajar de cara al público; es un trabajo duro, siempre hay clientes impertinentes y no se te permite tener un mal día o perder la sonrisa. No obstante, si es el trabajo que has elegido debes ser amable y propiciador en la medida de lo posible, especialmente si los clientes están siendo respetuosos y tratando de llegar a una solución.

¿QUE LAS CHICAS NO SOMOS DE CIENCIAS? PERMÍTEME DUDARLO Por Lucía Ibor

¿CUÁNTAS MUJERES SE ENCUENTRAN EN TU CLASE? AHORA BIEN,  ¿CUÁNTAS DE ELLAS QUIEREN SER CIENTÍFICAS? SEGURAMENTE POCAS, ¿Y TODAVÍA CREES QUE ESO NO ES UN PROBLEMA?

Te propongo a ti, estimado lector, que hagas ahora mismo un ejercicio de memoria. ¿Serías capaz de nombrarme cinco mujeres relevantes en la historia de la ciencia? Probablemente recuerdes el nombre de Marie Curie, Hipatia de Alejandría, Rosalind Franklin, o incluso Margarita Salas, si estás al tanto de la ciencia en España. Sin embargo, a partir de ahí la tarea se vuelve un tanto más compleja.

A la izquierda, Ada Lovelace, considerada la madre de la informática. A la derecha, Hedy Lamarr, inventora del espectro ensanchado que permitió las comunicaciones inalámbricas, como el Wifi.

Probablemente este ejercicio sea el más utilizado para abrir los ojos a aquellos que no ven el machismo evidente en nuestra historia. Si nos fijamos en nuestros libros, ya sea el de historia, el de matemáticas, o el de literatura, aparecen muy pocas mujeres que tomar como referentes. Y es que nosotras hemos sido completamente invisibilizadas en cualquier ámbito del conocimiento por nuestros compañeros hombres. La ciencia, por supuesto, no ha sido la excepción a la norma.

Según datos del Ministerio de Educación de España, en carreras relacionadas a la ingeniería, por cada mujer matriculada hay tres hombres, y si observamos el porcentaje en carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en inglés), las mujeres no son más que un pequeño 31.4% según datos del Instituto de la Mujer.

Por otra parte, las mujeres ya nos enfrentamos a numerosas dificultades al optar a un trabajo, debido a nuestra condición tradicional de “futuras madres”. Esta desigualdad respecto a nuestros compañeros hombres no hace más que acrecentarse en profesiones de ciencias: Desde no poder ocupar puestos de mayor responsabilidad o poder –lo que llamamos el famoso “techo de cristal»−,  a parar por completo nuestra carrera profesional si decidimos convertirnos en madres, entre otras.

Lo que es más, esta desigualdad se retroalimenta a sí misma: En el futuro,  la tecnología y la ciencia abarcarán la mayor parte de los puestos de trabajo y de poder en las industrias. En consecuencia, cuantas menos mujeres estudian carreras STEM, menor es su acceso a puestos de poder, por lo que se mantiene la desigualdad.

No obstante, el mayor y más grave problema radica en la educación. Desde el primer momento a las mujeres no se nos incentiva a seguir carreras del ámbito STEM, ya que tradicionalmente estas han sido asociadas al género opuesto. Por otra parte, otras como estética o educación han sido completamente feminizadas.

Esta distinción se observa muy bien en el experimento que llevó a cabo la organización Inspiring the future, en el que se le pidió a un grupo de 66 niños de entre 5 y 7 años de un colegio en Reino Unido que dibujaran cómo imaginaban a un bombero, a un cirujano y a un piloto de combate. En inglés, estas profesiones no tienen sufijos que indiquen género, pero como era de esperar solamente 5 de esos 66 dibujos eran mujeres.

Esta misma organización emprendió una campaña llamada Redraw the Balance, con la que pretende acabar con estos estereotipos profesionales de género, que normalmente se imponen a la temprana edad de 5-7 años.

Las jóvenes necesitamos más referentes que nos permitan imaginar nuestro futuro como científicas y que nos incentiven a seguir nuestra vocación. Necesitamos que se eliminen estos estereotipos de género que solamente coaccionan las elecciones profesionales tanto de chicas como de chicos.

Por otro lado, el pasado dos de Octubre de 2019 el CSIC organizó una gala en conmemoración de todas aquellas mujeres españolas que desde los focos o a veces desde las sombras, han hecho historia en la ciencia. Mujeres, que han sentado precedente en nuestro país y han abierto el camino para las que tomarán su testigo en el futuro. 

Y es por todo esto que el día 11 de Febrero celebramos el día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el que se pretende reivindicar el  acceso y la participación plena de las mujeres en las ciencias, en igualdad de condiciones que sus compañeros hombres.

Y tú, ¿Qué quieres ser de mayor?