EL PROBLEMA DE LA CARNE. ¿ES NECESARIA LA REVOLUCIÓN VEGANA? por Íñigo Álvarez de Lara

El vegetarianismo como concepto y práctica se gestó en la antigua India, y tiempo después llegó a la cultura occidental en la época grecolatina. Este primer acercamiento a la ausencia de carne en la dieta fue llevada a cabo debido a la idea de la no violencia hacia los animales.

No obstante, aparte de la motivación ética, muchas investigaciones realizadas en la historia reciente descubrieron que la carne podía provocar problemas nutricionales y ambientales. En los años 70, se descubrió que la dieta basada en grasa y proteína animal era perjudicial para la salud y podía provocar enfermedades coronarias, diabetes o incluso algunos tipos de cáncer.

Tras la globalización, que permitió la transmisión de ideas por todo el mundo, y a causa de los graves problemas medioambientales que no se han conseguido solucionar todavía, el vegetarianismo llegó a nuestra sociedad con mucha fuerza, convenciendo a mucha gente de participar, retirando la carne y el pescado de sus comidas. Algunas personas incluso dan un paso más y no consumen ningún producto de origen animal: los veganos.

¿Qué verdad se esconde detrás de estos argumentos? ¿Deberíamos hacernos todos vegetarianos o veganos? En mi opinión, la decisión de la dieta es un aspecto muy personal de cada uno de nosotros y nosotras, pero si pensamos de manera global, llegamos a la conclusión de que la producción de producto animal en cantidades tan enormes tiene consecuencias muy graves en nuestro planeta. ¿Quiere decir eso que se debería parar por completo la producción de carne y pescado? No, porque sería terminar con un sector muy importante en la economía de muchos países, y además, con muchísimos puestos de trabajo.

Por mi parte, la solución está en la disminución de la huella de carbono que el ciclo de producción tiene en el planeta; y respecto a la cuestión ética, cada individuo debería pensar por sí mismo y enfocar su dieta según sus ideales.

¿Qué decides?

UNA LLAVE QUE ABRE CUALQUIER PUERTA por Íñigo Álvarez de Lara

¿QUÉ TIENE DE ESPECIAL LA MÚSICA? ES SABIDO POR TODOS QUE LA MÚSICA TIENE UN PODER MUY GRANDE. ¿POR QUÉ?

Estos días pasados tan difíciles han hecho que las personas hayan buscado algo que les liberara del encierro, y muchos han encontrado en la música esa liberación.

La música es un arte muy interesante: no se puede observar como una pintura o como una escultura, pero si que puede generar en el oyente imágenes relacionadas con lo que está escuchando. Además, hay música para todos los gustos, lo que ayuda a su popularidad, y puede combinar todo esto con otro gran arte, la literatura, mediante poemas, relatos o declaraciones de cualquier tipo o gusto en las composiciones.

Pero, ¿qué aspecto diferente tiene la música que la haga tan accesible? Sobre todo, la disponibilidad que en nuestro tiempo tenemos para escucharla. Es evidente que un cuadro no se disfruta de la misma manera cuando lo ves en persona que a través de un móvil. ¿Pero la música? El ser humano ha conseguido que, algo que sólo podía ser disfrutado en un concierto, pudiera ser disfrutado de igual manera o incluso mejor mediante la mejora de la producción musical. Por último, la gran calidad de los dispositivos que hoy en día se distribuyen argumentan la idea de poder disfrutar la música con gran calidad en cualquier lugar y en cualquier momento.

Entonces, ¿que beneficios puede aportar esto? Alta tecnología y escuchas más nítidas, ¿qué tiene que ver eso con los seres humanos?

La música trasciende cualquier tipo de tecnología; ésta puede convertirse en un canal común de ideas, de sentimientos o gustos entre personas, sin que estas personas se conozcan siquiera. Puede ser transmisora de la cultura, y dar información de ésta, incluso sin palabras, gracias a la diversidad de sonidos provenientes de todos los rincones del mundo.

La música siempre será una gran solución para hacer frente a cualquier problema o conflicto que exista en el mundo. Es sencilla, pero a la vez compleja, accesible y sobre todo, cercana.

JAVIER MELÚS: «CASI NO ME RECUERDO SIENDO OTRA COSA. » Por David Navas e Íñigo Álvarez

ESTE CURSO DECIMOS ADIÓS A JAVIER MELÚS, UN GRAN Y SIMPÁTICO PROFESOR QUE A MÁS DE A UNO O UNA LE HA INTRODUCIDO EL GUSTO POR LA GEOGRAFÍA Y LA HISTORIA, UNAS ASIGNATURAS DURAS PARA EL ESTUDIANTE MEDIO, Y QUE JAVIER HA SABIDO INCULCAR. PARA CONOCERLE MEJOR, HEMOS QUERIDO FORMULARLE VARIAS PREGUNTAS.

David: Buenos días, Javier, ¿De pequeño qué quería  ser? ¿Quería ser profesor de Geografía e Historia o tenía en mente otra profesión?

Javier: La pregunta tiene miga. ¿Realmente alguien recuerda lo que quería ser, cuando era pequeño, al llegar a la edad adulta? Yo, al menos, no. Seguramente bullen por la cabeza de una criatura un montón de visiones heroicas del  futuro (bombero, aviador, astronauta), seguramente relacionadas con la última película o serie de televisión que ha visto. Futbolista no, porque era muy malo. Pero profesor tampoco. Nunca tuve una “vocación” natural por este trabajo, pero la vida es así, y te va llevando.

Íñigo: ¿Cuántos años lleva dando clase?

Javier: Un compañero (profesor) de este centro decía, en charlas informales, que él se recordaba siempre siendo ya un señor casado. Casi lo mismo me pasa a mí con lo de ser profesor, casi no me recuerdo siendo otra cosa. Bueno, sí, estudiante: del cole al instituto, del instituto a la universidad, de la universidad otra vez al instituto. ¡Qué vida! Pero como seguramente esto no es una respuesta muy concreta, diré que empecé a trabajar en este asunto en el curso 1984-1985.

Íñigo: ¿Cómo empezó su andadura por el sistema educativo?

Javier: Bueno, en aquellos lejanos tiempos lo primero era aprobar una oposición. Terminé en la Universidad en verano de 1983 y empecé a preparar esas oposiciones durante el resto del año y el siguiente (ya tenía hecha la mili). Así que en el verano del 84 me presenté a las oposiciones (en Madrid), las aprobé y saqué plaza. Ese mismo otoño tuve mi primer destino: Ibiza. Y luego a recorrer institutos en los siguientes años… Para terminar en el mejor instituto del mundo mundial (o al menos de la zona norte de Zaragoza).

David: ¿Cómo se acostumbró a la introducción de las nuevas tecnologías?

Javier: Las nuevas tecnologías no son tan nuevas. En aquel instituto de Ibiza (“Sa Blanca Dona”) ya había un compañero (joven, animoso y de Novillas) que intentó enseñarnos a algunos profes algo de programación (con un Spectrum de 48K). Un par de años después, y para la realización de mi tesis doctoral (que incluía mucha estadística), empecé a aprender alguna cosilla con otro compañero (en mis años en el “Félix de Azara” de Zaragoza). Y poco después compré un portátil (pesaba ocho kilos y tenía menos memoria que el reloj que llevo ahora en mi muñeca).

Otro asunto es el de las nuevas tecnologías en el aula. Alguien dijo que enseñamos como nos enseñaron y, seguramente, yo en eso he sido bastante tradicional.

David: De su carrera docente, ¿cuál ha sido su experiencia más difícil?

Javier: La vida, en general, es una carrera de obstáculos. El trabajo también, y la capacidad del ser humano para adaptarse a aquello que no puede cambiar es muy grande.

Cuando empiezas con este trabajo, el de enseñar, seguramente crees que con él puedes cambiar el mundo (o la parte que a ti te toca cambiar). Luego está la burocracia, los comportamientos criticables (de todos los elementos involucrados), las pequeñas o medianas piedras en el camino. Pero también están los aspectos positivos (además del día de cobrar, claro): exalumnos que te saludan y te agradecen, compañeros que te ayudan y te enseñan, … El día a día no siempre es fácil pero, como nos ocurrió en la mili (si, otra vez la mili) aprendes a olvidar o dejar en un cajón cerrado los momentos o situaciones negativas y te quedas con las positivas.

Como este trabajo es de cara al público (alumnos, compañeros, padres, administración) a lo largo de los años tienes situaciones poco agradables (te equivocas en el trato con alguien, recibes una contestación que no querías, te ves obligado a hacer algo que crees que es inadecuado o inútil, etc.) Pero es que esto es así, los mundos perfectos solamente están las películas Walt Disney (en algunas).

Íñigo: ¿Cómo cree que se debe educar a los alumnos en los tiempos que corren?

Javier: En los tiempos que corren (“malos tiempos para la lírica”) y en los que vengan, igual que en los pasados, se debería educar en la igualdad y en la libertad, en los valores y en las capacidades. Ahora bien, una cosa es cómo se debería y otra, muy distinta, cómo se puede. Solo por poner un ejemplo que repito a menudo: es muy difícil luchar desde la clase de historia contra un gigante como Tele5 (lo que representa). Igual es un topicazo, pero la imagen del hidalgo caballero Alonso de Quijano frente a los molinos me viene al pensamiento. ¿Educar en libertad, en valores y en capacidad cuando nuestra sociedad parece estar regida por el hedonismo, la dejadez, la ignorancia y otros males salidos de la caja de Pandora? Sí, al menos en la medida de lo posible.

David: Y por último, ¿qué recomendaría a los profesores recién incorporados, incluso los futuros?

Javier: Normalmente los jóvenes que se incorporan a la educación están muy preparados y, además, muy ilusionados. En los últimos años lo hemos visto en el Élaios: jóvenes con una enorme capacidad de trabajo y una gran calidad. Lógicamente necesitarán adquirir experiencia, eso no lo da Salamanca. Tampoco se vende en farmacias el Pacienzol 500 mg., algo de lo que hay que hacer uso muy frecuente.

Íñigo: Muchísimas gracias por compartir esta entrevista con nosotros

David: Le deseamos lo mejor para su vida de ahora en adelante

Javier

Muchas gracias a vosotros por vuestro ánimo y vuestro coraje para llevar a cabo este proyecto de la revista. Y las profesoras que os echan una mano.

Y para que veías cómo desgasta este trabajo (que algunos piensan que esto no es duro) os pongo dos fotos del antes y del después. Así era yo cuando empecé y así me ha dejado este trabajo. Muy duro.