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EL COVID-19 NOS HA TRAIDO FASES, SORPRESAS Y SECUELAS, ¿QUÉ NOS DEPARARÁ LA NUEVA NORMALIDAD?

Desde que comenzó el estado de alarma el 13 de marzo, el confinamiento ha ido prorrogándose día tras día, como si no fuera a acabar, todos los días escuchábamos en la televisión el número de nuevos casos,  muertes y, en el lado positivo, el número de personas recuperadas. Pero empezamos a ver la luz al final del túnel cuando empezaron las fases de la desescalada, el número de muertes empezó a bajar y cada vez había menos contagios. Aunque la situación seguía siendo grave, después de meses sin salir de casa más que para casos excepcionales o de primera necesidad, el poder salir de casa en la fase cero a dar una vuelta individualmente fue un gran alivio. Tanto es así que las calles y parques parecían una gran manifestación, todos teníamos hambre de calle.

En la fase 1, que comenzó el 11 de mayo, parecía que éramos más libres de lo que hemos sido nunca; yendo a un museo o a una terraza. El 25 de mayo alcanzamos la fase 2, con ella pudimos acceder, aunque con limitaciones; a los centros comerciales y a los cines. La esperada llegada a la fase 3, el 10 de junio, nos recibió con salidas sin horarios, quedadas para cenar en los restaurantes y un transporte público sin limitaciones, lo cual nos descoloca ya que no tenemos claro que el virus sepa que en el tranvía no mantenemos la distancia de seguridad, pero no se debe contagiar.

Nos queda la esperada y temida “nueva normalidad”, que será con mascarilla, a 40ºC y con aforo limitado en piscinas, lo cual puede provocar una crisis de abanicos, como la del papel higiénico o las mascarillas. Pero en este momento en el que “todo” parece haberse olvidado hay que recordar las pérdidas, la gravedad de la situación y las secuelas que nos han quedado, como la desconfianza cuando se nos acerca alguien, la no apertura de algún elemento cultural y muchas otras que irán apareciendo.