SISTEMA EDUCATIVO. SOLO CON PRONUNCIAR ESAS DOS PALABRAS RESUENA UN «UF…» EN ALUMNADO Y PROFESORADO. Y ES QUE, ES IMPOSIBLE NEGAR QUE NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO NO ESTÁ FUNCIONANDO ADECUADAMENTE, O DIRECTAMENTE, NO ESTÁ FUNCIONANDO.
Para tratar de analizar nuestro sistema primero debemos de tener en cuenta que se rige según la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) promulgada en 2013 por el Partido Popular y que parece que no ha logrado su fin.
España ha tenido una gran cantidad de leyes educativas, concretamente 4 desde que comenzó la democracia. Pueden parecer pocas, pero no lo son si observamos a nuestros vecinos franceses, que mantiene la misma ley desde 1959 y el informe PISA les sitúa por encima de la media de los países de la OCDE.
Este periodo constante de cambios no ha conseguido solucionar el que en mi opinión es el problema base que hay que atajar, el abandono escolar. En España, un 14% de alumnas y un 21,7% de alumnos (datos INE 2018), abandonaron el sistema educativo de forma prematura. La mayoría de ellos hartos de estudiar. Antes de que salten las alarmas, vamos a explicar esto.
Nuestro sistema nos fuerza a que se cree un modelo de estudiante enfocado a un modelo intensivo en horas y no en productividad del estudio. Memorizamos temarios y lecciones inmensas que muchas veces, el día después del examen, no recordamos.
El sistema se centra en los exámenes, en que estén aprobados para que el alumno logre una titulación. Y este es el problema, un examen no evalúa los conocimientos del alumnado, si no los temarios que ha sido capaz de meter a presión en su memoria el día de antes. Claro, si suspendes los exámenes te presentan un futuro apocalíptico, no vas a tener futuro y terminarás durmiendo en el cartón 35 del Puente de Santiago.
Y es que, este sistema apocalíptico premia la sumisión con los exámenes, aprueban las personas que han sido capaces de memorizar temarios y por tanto se olvida la creatividad y lo importante que es este factor en años posteriores. Muchas veces, un trabajo sobre un tema es una herramienta mucho más útil que un examen y que gracias a él, el alumnado añadirá esta lección a sus conocimientos y le habrá permitido desarrollar su creatividad.
Sin duda se forman memorizadores de lujo, pero eso no es suficiente, los años en el instituto tienen que servir para formar personas, formar humanos conocedores de la realidad y de que el día de mañana compondrán nuestra sociedad y determinarán el futuro de nuestro país. Y para formar humanos es muy necesaria una educación emocional ya que gran parte del alumnado no se valora así mismo. Y también para formar humanos conocedores de la realidad es necesaria la marcada presencia de una educación afectivo-sexual que evitaría gran parte del machismo y LGTBIfobia que está presente dentro de la juventud actual.
En muchas ocasiones la culpa es también compartida con los profesores, y es que ser profesor es siempre algo vocacional. Espera, estoy oyendo vuestras risas. Ciertamente hay algunos profesores que nunca deberían haber sido llamados de esta forma, algunos no solo carecen de vocación, sino que también carecen de la capacidad de impartir clase y hacer que llegue a los alumnos.
“No sabe explicar”, es la queja de muchos alumnos, pero, ¿quién le ha enseñado al profesor a explicar? Nadie. Porque para ser profesor de instituto, únicamente tienes que graduarte en una carrera, aprobar unas oposiciones con “buena nota” y mágicamente estás dando clase, sin preparación previa (bueno, también hacen cursos, pero quizá no sean suficiente). Es esto lo que hace que muchos profesores no sepan explicar o no estén a su alcance muchas de las situaciones cotidianas en la vida de un alumno que pueden influir en su rendimiento académico. Espera, que como te quejes de que un profesor no sabe impartir clase: “es que yo no me puedo meter en como da un profesor su clase”. La Libertad de Cátedra querido amigo.
Clases abarrotadas con más de treinta alumnos, falta de recursos, falta de profesores, falta de vocación, falta de ganas del alumnado que también comparte cierta culpa… Sí, esto también ocurre en nuestro centro.
Ahora el cambio les toca a ellos…