RETRATO DE MI ABUELA Por Agustín Gálvez

Mi abuela, conocida en su pueblo, Leciñena, como la Mª Jesús Tejera, no tuvo una vida nada fácil. Sin embargo, en esta foto (casi no tenía ninguna) se puede ver un júbilo apasionante, pero sobre todo una inmensa determinación. A pesar de todos los problemas que tuvo que afrontar, intentó sacarle partido a todas las pequeñas cosas.

Con dos años y debido a la guerra tuvieron que irse exiliados a un pueblo catalán, y al volver les habían destrozado el tejar (una fábrica de tejas que era su negocio) y su hogar. Tras la muerte de su padre, su madre tuvo que dejar a otra hija en un centro de acogida.

Durante su infancia, su tiempo dedicado a sus aficiones (saltar a la comba, cantar, hacer comedias) se disminuyó por la necesidad de trabajar. Con tan solo 7 años tuvo que cuidar a una niña por un par de pesetas al mes, y más tarde ayudó a su padre en el tejar. Hacía churros, envasaba bacalao, limpiaba casas… Pero cuando obtenía un poco de tiempo libre, siempre contenta, hacía gamberradas por todo el pueblo.

En el año 1955 se casó con Luis, y tuvieron dos hijos (que se llamaban igual que sus padres). Salieron adelante con lo poco que tenían, pero a Mª Jesús jamás se le quitó esa encantadora sonrisa de su rostro. Hoy en día, la gente de Leciñena aún sigue anhelando que vuelva de vez en cuando a visitarles, así que debió de causar una muy buena impresión durante su vida allí.

Tras el accidente de Luis, su marido, tuvieron que vivir la mayor parte del tiempo de las pensiones. Luis, al quedarse sin una de sus piernas, ya no podía trabajar, así que el trabajo de Mª Jesús aumentó, y tras la muerte de su marido en el año 2000, todo se complicó. Incluso con todos esos obstáculos, sus dos hijos pudieron estudiar y trabajar.

Todo empeoró…ella ya no podía vivir sola. Por culpa de la diabetes, empezó a perder visión hasta el punto de casi quedarse ciega. Además, no oye bien ni con audífonos… Ha pasado por muchas dificultades más, como la operación del corazón de hace cinco años, de la que sobrevivió a duras penas. Pero tal y como he mencionado constantemente, mi abuela jamás ha perdido esa esperanza, ese regocijo que siempre ha mostrado. Y esta foto…esta foto demuestra ese gran ensueño, incluso en el pantano de lágrimas en el que ha tenido que vivir…