Toda España y parte del resto del mundo está pendiente estos últimos días del rescate de Julen, el niño de dos años que cayó a un pozo en Totalán hace ya más de 10 días y cuyo rescate cada vez parece más complicado.
Es prácticamente imposible ponerse en la piel de sus padres, en su sufrimiento, desesperación y el sentimiento de culpabilidad que les invadirá, porque pensarán que no tomaron las precauciones debidas para evitar el accidente.
Llevo siguiendo por televisión las noticias desde el primer día que se conoció la desgracia; estoy, como el resto de la sociedad, preocupada por la situación del niño, pero también solidarizada con el sufrimiento de sus padres.
El seguimiento de la noticia es continuo a través de los diversos medios de comunicación: televisión, radio, prensa escrita, prensa digital, redes sociales… A veces, se tiene dificultad para diferenciar el objetivo de la información que están proporcionando, no se sabe si el objetivo es dar información o por el contrario buscar audiencia.
Por las imágenes mostradas en televisión se ve a sus padres en la zona del accidente llenos de desesperación, como es natural, la pregunta es… ¿Es necesario mostrar esas imágenes? ¿Cuál es el objetivo de las mismas?.
Cabe pensar si alguien se pone en el lugar de esos padres que, además de la desesperación por la pérdida de su hijo, tienen que soportar que estén enfocados por decenas de cámaras de televisión las 24 horas del día.
Ahora ya no sólo muestran a sus padres cuando están en el lugar del fatídico accidente, también se ven imágenes cuando están en la casa donde descansan mientras los equipos de rescate continúan trabajando.
Seguro que resultó reconfortante para sus padres el apoyo moral y logístico de todas las personas que están colaborando en el rescate de Julen, pero cabe la duda razonable de si pasados estos primeros días la situación se ha convertido en una situación de acoso mediático.
Una vez que se produzca el fatal desenlace, como todo hace indicar, sus padres seguirán rodeados de periodistas que lo único que buscarán será conseguir incrementar sus audiencias y lectores, sin pensar que a lo mejor lo que necesitan estos padres a partir de ese momento es paz y tranquilidad para pasar el duelo en la intimidad.
Siendo realistas parece evidente que quedan mínimas posibilidades de que Julen permanezca con vida pasados tantos días del accidente, lo que hace que el cariz con el que se está informando en este momento sobre la noticia haya cambiado considerablemente. Estos últimos días se escuchan noticias y comentarios muy extendidos sobre la posibilidad de que no fuera un accidente, sino un homicidio involuntario.
¿Qué pasará por la mente de sus padres cuando oigan semejante acusación? Ahora la noticia ya no es la supervivencia de Julen, ahora el filón para los medios de comunicación sin escrúpulos es la posible culpabilidad de sus padres en el accidente de Julen. El acoso mediático es evidente que se va a intensificar a partir de este momento.
Todos los días somos espectadores de los distintos tipos de acoso que se dan en la sociedad. De la misma manera que el acoso se puede llevar a cabo en el lugar de trabajo, en la familia o en la escuela, los medios de comunicación pueden utilizar su influencia para acosar a una persona, colectivo u organización.
En la sociedad se produce ese tipo de acoso mediático, tan peligroso y perverso como cualquiera de los anteriores. Este tipo de acoso ha tomado mucha fuerza con la revolución de las redes sociales y la imparable evolución de la tecnología digital. El método consiste en lanzar rumores con el fin de desacreditar a la víctima, obteniendo por ello algún beneficio económico, profesional, social o personal.
Los fines son los mismos, pero actualmente los promotores del acoso mediático ya no son los vecinos, familiares, compañeros de trabajo, etc… Son los directores de periódicos, canales de televisión, emisoras de radio y prensa online. Estos medios de comunicación son empresas privadas con ánimo de lucro y harán lo posible para mantener su negocio, aunque tengan que hundir en la miseria a quien se les ponga a tiro. Da la sensación de que un alto porcentaje de presentadores de televisión, periodistas y tertulianos son profesionales carentes de escrúpulos, sin remordimiento alguno y sin la menor ética profesional.
Algunos ejemplos de víctimas de acoso mediático son: personas que denuncian casos de corrupción, organizaciones que denuncian injusticias sociales y rivales políticos. Pero es importante tener presente que cualquiera de nosotros puede ser víctima de este tipo de acoso. Los padres de Julen pueden ser un buen ejemplo de ello.