EL MUNDO DEL IGNORANTE Por Luiza I. Stoica

VOCES LEJANAS Y AMORTIGUADAS, COMO SI ESTUVIERAS BAJO EL AGUA, GRITAN PARA QUE SAQUES LA CABEZA Y DESPIERTES. NO PUEDES, NO TIENES LA FUERZA, LA INICIATIVA NI LA VOLUNTAD NECESARIAS.

Escuchas las noticias de fondo, sin comprenderlas del todo. Tantos problemas y políticos discutiendo; nunca los has entendido. La política no te gusta, ni siquiera te interesa, porque no crees que el mundo pueda mejorar realmente, a pesar de todos los pequeños cambios que se hagan. Igual es por tu naturaleza pesimista que te impide imaginar un futuro, o simplemente porque te limitas a vivir en la ignorancia. Salir de esta supone un esfuerzo desacostumbrado después de haberte acostumbrado a vivir a base de órdenes. Y puede resultar estúpido, pero es así, te gusta limitarte a cumplir lo que otros dicen, sin valor de desobedecer o salirte de lo establecido.

Algunos pensarían que es triste, para ti es cómodo y seguro, aunque esta falta de iniciativa motive otros problemas como el nulo crecimiento personal. Puedes leer todo lo que quieras, pero nunca vas a expresar tu opinión ni te vas a implicar en esos problemas que oyes repetirse en la televisión, esos que se repiten hasta que aparece uno nuevo que opaca al anterior, pero que muere con la misma rapidez que el anterior. Una rapidez que te sofoca y aturde, sin dejarte asimilar todo lo que pasa a tu alrededor.

Por mucho que quieras entender y aprender no hay tiempo. Ni un solo respiro porque estos no están permitidos en ningún lugar, todo tiene que ser dinámico, ágil y eficaz. Y ni se te ocurra pensar en el fracaso, te dicen que no es una opción, pero te gustaría fracasar, caer y no levantarte al segundo. Ojalá pudieras tomarte tu tiempo y hacer las cosas a tu manera, pero el miedo a ese fracaso es mayor, por eso, mejor no intentar nada nuevo y seguir lo preestablecido.

Y después de preguntarte mil veces a lo largo del día por qué eres así, por qué no despiertas y por qué no actúas como otras personas, vuelves a tumbarte en la cama, escuchando las noticias amortiguadas de fondo. Tu mente da tantas vueltas como tú en la cama, pero no parece encontrar una respuesta. Solo se te ocurre culpar al tiempo, que te aparta de tu propio camino y te hace contemplar tu vida desde el margen, pero sabes que no es así. No es que no haya tiempo, sino que es más cómodo quedarte en tu mundo; el mundo del ignorante.

¿INDULTOS O INSULTOS? por Jorge Gutiérrez

EL GOBIERNO ANUNCIA QUE SE TRAMITARAN Y CONCEDERAN LOS INDULTOS A LOS POLÍTICOS PRESOS DURANTE EL MES DE JULIO. ESTO CONSTITUYE EL ENÉSIMO ATROPELLO FUNDAMENTADO EN LA NECESIDAD DEL ACTUAL EJECUTIVO DE MANTENERSE EN MONCLOA.

PEDRO SÁNCHEZ Y ORIOL JUNQUERAS

Este anuncio por parte del gobierno ha causado un auténtico terremoto político, y con razón. Esta concesión es escandalosa y constituye una tremenda aberración jurídica. Una de las condiciones que establece la Ley del Indulto para que este pueda obtenerse, es el arrepentimiento. Me parece que pasearse por plazas públicas, actos políticos y TV3 proclamando que “Ho tornarem a fer” y que no hay ningún arrepentimiento, hace que se incumpla este requisito. Además, los indultos a políticos golpistas reafirman de alguna manera los privilegios que tienen los políticos en este país. Estoy seguro de que hay personas corrientes que habiendo cometido un crimen (sin sentirse orgullosos de ello) y mostrando arrepentimiento, no son eximidos de la pena.

El pasado 26 de mayo, el Tribunal Supremo de Justicia emitió un informe demoledor que valoraba negativamente la posibilidad de que existieran unos indultos hacia los doce condenados por el procès. Alega que no hay arrepentimiento ni aprecia razones de equidad, justicia o utilidad pública. Que el Gobierno desoiga este informe y siga adelante es una muestra de irresponsabilidad inédita.

Gran parte de la sociedad civil se ha movilizado ante este hecho. El 13 de junio la plataforma “Unión 78” convocó una manifestación en la Plaza de Colón para que los ciudadanos de a pie mostraran su rechazo. Acudieron unas 126.000 personas entre las que estaban los líderes de algunos partidos políticos. Aunque se intente vender una nueva “foto de Colón”, no la hubo: los líderes de PP, Cs y Vox totalmente dispersos por el lugar, sin políticos en primera línea y en una manifestación convocada por una plataforma de la sociedad civil y no por un partido político.

Una de las cosas más deleznables a remarcar son los argumentos que da el gobierno para seguir adelante con los indultos. Explican que contribuirá a recuperar la concordia y la convivencia que se ha perdido en Cataluña. El Gobierno no debería ponerse del lado de quienes se saltaron la Constitución y dieron un Golpe y dar la espalda a quienes respetaron las leyes en todo momento. Indultar a las personas responsables de la ruptura de la convivencia y la sociedad e infractoras de la ley sería normalizar y blanquear todo lo que se ha hecho. No se puede perdonar a quienes se saltaron la Constitución y robaron los datos de todos los catalanes para hacer un referéndum ilegal con dinero público, aún menos cuando proclaman orgullosos que lo volverán a hacer. Además de todo esto, estoy seguro de que lo que comienza con los indultos, continuará con la amnistía y el referéndum.

POLÍTICOS PRESOS DEL PROCÈS

Lo más lamentable de este asunto, es que el propio PSOE vendió en campaña que no iba a haber indultos. Basta con poner discursos del mismo Pedro Sánchez en 2019 para hacer caer todo lo que ahora argumenta él mismo a favor de los indultos. Sin embargo, si algo tengo claro, es que lo van a pagar muy caro. Se han convertido en un partido cuya ideología se basa en la supervivencia en Moncloa y son capaces de justificar y conceder cualquier cosa para mantenerse en el poder, aunque contradiga todo lo que llevan diciendo durante años. Las próximas elecciones serán una oportunidad para demostrar que no puede salir gratis mentir a los españoles ni vender nuestra democracia concediendo unos indultos que son un auténtico insulto.

CUANDO UN SER HUMANO SE SALIÓ DEL MOLDE Por Sergio Alvira

Pasaba algo más de una hora de medianoche, era 28 de junio de 1969. 200 personas de las clases más marginadas de Nueva York (transexuales, drag queens, gays, etc.) se reunían en el único lugar donde la normalidad incluía su realidad. El Stonewall Inn era un bar ya conocido por la policía, que esa noche se acercó por ahí para asegurarse de que se mantenía la otra normalidad, la normalidad establecida por la sociedad homófoba y tránsfoba de la época. Es difícil darte cuenta de que la normalidad debería abarcar todas las realidades, incluida la tuya, cuando en tu infancia solamente veías a gente “normativa”. De esto se debió dar cuenta Marsha P. Johnson (una mujer trangénero y negra, a la que la sociedad trataba como hombre y como a una ciudadana de segunda clase por su color de piel) cuando lanzó la primera piedra en Stonewall contra un coche de policía. La misma piedra que debieron arrojar las 129 obreras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en 1908 cuando se declararon en huelga un 8 de marzo de 1908, para morir después calcinadas cuando su jefe las encerró en la fábrica que ardía en llamas.
Quizás el humo morado que salía de la fábrica por culpa de los tintes utilizados, fue el que acompañaba a Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken el día que se convirtieron en las primeras diputadas españolas. No era normal que en esa época una mujer fuese diputada, ¿no? Pero, ¿Quién dijo que eso no era normal?

La normalidad es la cualidad de lo que se ajusta a ciertas normas. ¡Benditas normas!, ¿qué habríamos hecho sin ellas? Pues la verdad es que bien poco, ya que si la humanidad ha avanzado y progresado ha sido porque ha cuestionado las normas establecidas, ha cuestionado si eso que consideramos normal o anormal realmente lo es.

Evidentemente, hay algunas normas que se han establecido por razones físicas o morales, como los derechos humanos, que meramente se basan en la necesidad que tiene toda persona de vivir en ciertas condiciones. Aun así, estas mismas normas han sido ignoradas durante años, como cuando la Inquisición castigaba a los científicos defensores del heliocentrismo sólo porque en la Biblia estaba dictado de otra manera. Estas son normas de la naturaleza, que engloban todas las realidades.

Sin embargo, no todos los cánones son inclusivos. Al hablar de normalidad, creo hay que evitar las dos asociaciones que más muertes, agresiones y discriminación han provocado en la historia de la humanidad: la normalidad como lo común y la normalidad como lo conveniente. La primera es la que todos tenemos más presente. Aquello que es una constante, que se repite y se mantiene igual la mayoría de las veces es lo que aceptamos, inconscientemente, como normalidad. Algo que realmente no es así, ya que no todas las excepciones tienen porque ser algo falso e inconexo, sino que son algo que suma y agranda el conjunto. Es cierto que estos términos los formamos entre todos, somos nosotros mismos los que perpetuamos esta forma de determinar si algo es normal o no ya que lo aprendemos de las generaciones anteriores. Sin embargo, de manera inconsciente, en ocasiones modificamos el “molde”. Por ejemplo, cada vez que se ha iniciado un movimiento artístico, lo que estaban haciendo esos artistas pioneros era romper con la moda y la cotidianidad. O por ejemplo, en la moda femenina también se ha ido evolucionando poco a poco, por ejemplo añadiendo los pantalones. Y recientemente, todos hemos sido testigos de que la ropa en realidad no tiene porqué ir asociada por norma a un género, y que los chicos también llevan falda. Sea por aburrimiento, o con la intención de producir un cambio social, la humanidad es cada vez más consciente de que hay normas y estereotipos sin ninguna base, que son completamente abstractos y fácilmente deconstruibles.

En segundo lugar, hay otro tipo de concepción de lo normal, la más artificial, pero que a la vez surge de los mecanismos más básicos de nuestra mente. Hablo de clasificar lo que es normal según lo que nosotros queremos que exista y lo que no. Es algo natural, ya que es fruto de los sentimientos humanos más simples como el deseo, la avaricia o la lujuria. Siempre hemos convivido con estas clasificaciones realizadas por nosotros mismos, en concreto por la parte más influyente dentro de la sociedad que tiene la capacidad de inculcarlas en la mentalidad del resto. Podemos fijarnos en el hombre en el paleolítico (y en todas la civilizaciones antiguas), que vio una oportunidad para que la mujer se quedase en casa a los mandos de un hombre, en una circunstancia de sumisión, solamente porque tenía la capacidad de engendrar descendientes. Quizás en la prehistoria una mujer no tuviese la fuerza suficiente como para cazar y eso dividiese las labores, pero conforme la tecnología fue avanzando, el sexo tenía cada vez menos importancia en la realización de ciertas acciones. ¿Qué sentido tiene entonces que un género siga siendo inferior a otro socialmente? En mi opinión, la sección dominante de la sociedad (en este caso los hombres) no quería ni quiere perder los privilegios que esa “normalidad” le otorgaba. De igual manera ocurrió en muchas otras partes de la historia, por ejemplo en el Medievo cuando los señores feudales decidieron que lo normal era que el resto de habitantes trabajaran para ellos casi como esclavos.

Como he nombrado antes, la clave para acabar con esas normas opresoras y sin fundamento es deconstruirnos. Darnos cuenta de que nada es normal, puede que sea común o conveniente, pero la mayoría de normas y pautas no existen de forma natural. Algo normal es por lo tanto aquello que la naturaleza permite, y las posibilidades que esta nos brinda son prácticamente infinitas. Si queremos crear una sociedad tolerante, en la que todos podamos vivir hay que concienciarse de que todo puede evolucionar. El concepto de normalidad es abstracto y dúctil. Y es que tan solo somos un conjunto de átomos; entes líquidos con cierta dificultad para encajar todos en el mismo molde.

LEY TRANS, ¿SÍ O NO? Por Isabel Nieto

 

 

Este último mes de febrero, la noticia sobre la difusión del borrador de una nueva ley por parte del Ministerio de Igualdad ha causado agitación tanto en el sector político como en el sector social. Esta nueva ley se trata nada más y nada menos que de la «Ley sobre la protección jurídica de las personas trans y el derecho a la libre determinación de la identidad sexual y expresión de género» (más conocida como Ley Trans), cuyo borrador fue presentado por Unidas Podemos en el año 2018. Pero, ¿Qué abarca? 

José Luis Rodríguez Zapatero, quinto presidente del Gobierno de España después de la Transición

Para encontrar la respuesta debemos retornar al año 2007, cuando el presidente Zapatero aprobó una ley que autorizaba el cambio de nombre y género de aquellas personas que no se identificaban con el asignado al nacer, sin necesidad de haber pasado por una resignación quirúrgica de sexo, sino únicamente presentando un informe psicológico diagnosticando la llamada «disforia de género», además de confirmar el seguimiento de algún tipo de tratamiento durante al menos dos años. Es a partir de esta legislación que las diferentes comunidades autónomas del país fueron autorizando leyes trans en sus territorios, como fue el caso de Andalucía, donde es posible cambiar el nombre de la tarjeta sanitaria sin necesidad de presentar un informe sobre el padecimiento de disforia de género. Sin embargo, el gran cambio llegó cuando en el año 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) dejó de considerar la transexualidad como una patología, abriendo las puertas a la posibilidad de eliminar la existencia de tal informe médico para cambiar de género en términos legales.

Logo del partido político Unidas Podemos

Así, como hemos dicho anteriormente, el grupo político de Unidas Podemos presentó el borrador de la Ley Trans, hoy día convirtiéndose de nuevo en motivo de debate tanto político como ideológico. El borrador de esta ley (pues lamentablemente todavía se encuentra en «lista de espera») confirma la opción de las personas trans de cambiar su género en el registro sin necesidad del informe mencionado ni el tratamiento médico recomendado, reduciendo a su vez la edad mínima de 18 años a 16. Además, permite también la realización de este cambio a personas menores de 16 años (pero mayores de 12), siempre que los padres o tutores legales den su consentimiento. 

A parte de estas medidas, incluye otras específicas dedicadas al ámbito sanitario, laboral, educativo y deportivo, solicitando a su vez no especificar el sexo en documentos oficiales de identidad para poder atender las necesidades de aquellas personas que no se sienten identificadas con el género masculino ni el femenino. 

En conclusión, podemos decir que la ley defiende el derecho a la identidad de género libremente manifestada; las personas tienen derecho al reconocimiento de su identidad de género sin límite de edad, origen étnico, nacionalidad, religión, expresión de género…

Marga Prohens, diputada del Partido Popular

Definitivamente, es una proposición que permite normalizar las distintas identidades de género, al igual que visibilizar la presencia de las personas trans en la sociedad. Pese a ello, las opiniones (tanto de grupos políticos como de distintos movimientos sociales) se han visto divididas. El Partido Popular (PP) revela su preocupación ante las alusiones a los menores y por la seguridad jurídica de la norma, de la que temen que pueda afectar a la ley de violencia de género. La diputada Marga Prohens lo señala, censurando la polémica por ser «una batalla más entre PSOE y Podemos, que tiene en contra a todo el movimiento feminista», como podemos comprobar en las acusaciones de Confluencia Movimiento Feminista dirigidas a Igualdad y Podemos, describiendo sus intenciones de desacreditar a las entidades feministas (ya muy críticas con las políticas de Irene Montero). 

Por su parte, Ciudadanos ha pedido al PSOE y Unidas Podemos que se pongan de acuerdo en el contenido de la norma para evitar generar inseguridades a las personas trans, que ya se encuentran en una situación de «vulnerabilidad» y «discriminación». Junto a esta, sorprenden declaraciones como la de Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno, que pide «seguridad jurídica» en la futura ley y expresa su preocupación: “A mí me preocupa fundamentalmente la idea de pensar que el género se elige sin más que la mera voluntad o el deseo, poniendo en riesgo, evidentemente, los criterios de identidad del resto de los 47 millones de españoles”. 

Mientras, Juan Diego Ramos, presidente de la Asociación Somos LGTB+ de Aragón, afirma que lo más importante es despatologizar el hecho de ser una persona trans y la autodeterminación de género. «Para poder realizar el cambio en el registro necesitas tener un informe psicológico durante 2 años y haber iniciado un tratamiento hormonal. Te están obligando a someter a tu organismo a una exposición que yo no tengo ninguna necesidad por el hecho de ser una persona trans de tener por qué cambiar mi cuerpo para entrar dentro de unos patrones sexistas y normativos de cómo tiene que ser una mujer o un hombre. Tengo la libertad de decir si quiero o no». Al mismo tiempo, Aventín hace hincapié en la Ley 4/2018 de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de Aragón, «una de las más punteras»: «Aragón hace años que tiene garantizado el tratamiento hormonal sin que tenga que justificarse con un informe psicológico y, por ley, está reconocida la autodeterminación de la identidad en sus administraciones públicas sin necesidad de ningún informe médico». Además, destaca el tema educativo y laboral: «La administración tiene la obligación de ofrecer un cupo de plazas para las personas trans; un colectivo que tiene una exclusión laboral de un 80%». 

Logo de la asociación aragonesa Somos LGTB+

Las opiniones se caracterizan tanto por su apoyo como por su oposición, no obstante, hay que destacar la importancia  de la aprobación de una ley como lo es la Ley Trans posee. Gran parte del colectivo LGBT se vería visibilizado y con una mayor posibilidad de llevar a cabo la llamada «transición», evitando numerosos inconvenientes que hasta ahora están presentes debido a las diferencias entre las leyes establecidas en cada comunidad autónoma respecto al tema. La ley defiende abiertamente la autodeterminación de género, considerando un derecho su respeto sin importar distintos factores y negando el hecho de que personas externas a nosotros designen nuestra identidad y nos dicten quiénes debemos ser. Su aprobación significaría un gran avance para la comunidad trans, aportando al proceso de la despatologización de la transexualidad. 

EL CENTRO ENTRE LAS DOS ESPAÑAS por Jorge Gutiérrez

“COMUNISMO O LIBERTAD” O “ESTOY ORGULLOSO DE PERTENECER A UNO DE LOS DOS BANDOS DE LA GUERRA CIVIL” ; PARTIDOS QUE RECIBEN PEDRADAS EN MÍTINES Y POLÍTICOS QUE RECIBEN BALAS Y AMENAZAS POR CARTA. ESTO ES UNA MUESTRA MUY CLARA DE LA SITUACIÓN DE POLARIZACIÓN A LA QUE NOS ENFRENTAMOS Y QUE HACE PENSAR QUE ESTAMOS EN 1936 MÁS QUE EN 2021. 

EL «DUELO A GARROTAZOS» DE FRANCISCO DE GOYA ES UNA ALEGORÍA DE LAS DOS ESPAÑAS

Si seguimos por estos derroteros y volviendo a las dos Españas llegaremos a un punto de no retorno. La única solución para evitar todo esto es un centro fuerte para evitar apoyarse en formaciones que favorecen este clima de confrontación.

No es fácil ser de centro en España. Pese a que los primeros años de la Transición, tuvieron un gobierno liderado por la UCD, pronto el proyecto fue engullido por lo que serían los grandes partidos del bipartidismo. Sin embargo, en 2015  UPyD irrumpió con 5 escaños en el Congreso. Parece una cifra insignificante, pero fue un auténtico hito para un partido de centro sin apenas cobertura mediática. A partir del 2016, UPyD se vio eclipsado por la entrada de Ciudadanos en el Congreso tras unos históricos resultados en Cataluña. Ciudadanos fue creciendo progresivamente alcanzándo los 57 diputados en abril de 2019 para perder 47 de ellos en noviembre del mismo año.

ROSA DÍEZ, EX-LÍDER DE UPYD Y ALBERT RIVERA, EX-LÍDER DE CS

Está claro que el centro está en crisis, ya que el único partido que se acerca a una postura más centrada en el espectro político está en peligro de desaparecer. El resultado de las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid evidencian el fracaso del centro hoy en día. Ha triunfado la división y la polarización en una campaña donde casi todos los partidos se ha dedicado a hacer elegir a los madrileños en dos bandos como si fueran borregos. Mientras tanto el único partido que se apartó de esta dinámica, ha perdido 26 escaños y se ha quedado sin representación. Pese a los recientes cambios en la ejecutiva y en el rumbo del partido, Ciudadanos ha cometido errores muy graves que le han alejado del centro y mandado a miles de votantes a la abstención y que siguen castigándole. Un partido de centro no puede vetar a uno de los partidos de los que pretende hacer de bisagra ni aspirar a convertirse la marca blanca del otro.   Sin embargo, no se trata de la reivindicación de la desaparición de un partido, sino de la reivindicación de un espacio político más necesario que nunca, vista la crispación actual. Es una incógnita si Inés Arrimadas y los suyos volverán a remontar el vuelo o no, pero lo que está cada vez más claro es que es necesario un partido en el que PP y PSOE se apoyen para gobernar sin depender de los partidos que están en el extremo del espectro político.

INÉS ARRIMADAS, PRESIDENTA DE CS, EN EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

 El mensaje del centro tiene que ser muy claro en esta España en creciente división donde cualquier postura que salga de la dicotomía izquierda-derecha es tildada de veletismo. El centrismo debe representar a esa Tercera España de Chaves Nogales y ser sinónimo de concordia, unión y pragmatismo a la hora de gobernar y pactar. Además, tiene que acabar con esa doble vara de medir que estamos viendo estas semanas, en las que tenemos a algunos partidos justificando la violencia contra otras formaciones mientras  reclaman que se condene la que sufren ellos. La violencia nunca es justificable en una democracia. Ante todo, debe ser útil y llegar a acuerdos, porque un centro inútil para los ciudadanos no es centro. Un partido de centro  debe conjugar lo mejor de la izquierda y  la derecha para superar las trincheras y recuperar esa España de la Transición llegando a pactos transversales.

Durante décadas de bipartidismo se ha demandado un partido de centro que cambiara el sistema por completo y que acabara con el inmovilismo del PP y el PSOE, para que llegaran a acuerdos y dejaran de ver lo mal que lo hacía el otro esperando su turno para gobernar. En un escenario multipartidista como el actual, el centro es, si cabe, más necesario todavía. Si no hay un partido de centro en el que los “viejos partidos” se puedan apoyar, todos los gobiernos, tanto de un color como de otro, acabaran dependiendo de los extremos. Esto significa que la polarización aumentará todavía más y volveremos a la España de dos bandos cada vez más marcados. Como sociedad no podemos volver a cometer los mismos errores que cometimos en los años 30, por eso es importante un centro político que huya de toda confrontación y apueste por la convivencia dedicándose a  acabar con esta división que tanto daño ha hecho en España durante años. 

LA NO NORMALIDAD Y EL EFECTO AVESTRUZ Por Víctor Bravo

LA NORMALIDAD, RECUPERARLA SE HA CONVERTIDO EN EL DESEO DE MUCHAS PERSONAS, PERO, ¿POR QUÉ?

Cuando era pequeño, le pregunté a mi madre qué era la normalidad, tras unos segundos, ella contestó: “lo que tiene que ver con lo normal”. Una explicación demasiado sencilla y breve para el incansable espíritu de un niño repleto de preguntas; entonces le pregunté, “¿y qué es lo normal?”. Sin duda la pregunta no era nada fácil puesto que casi nunca nos paramos a pensar qué significan y qué valor tienen las palabras que utilizamos, por tanto, la respuesta se limitó a buscar un contrario: “pues lo que no es raro” afirmó ella. Más de una década después me sigo haciendo la misma pregunta: ¿qué es la normalidad? Tener una vivienda y poder pagar las facturas, poder trabajar o ir a la escuela, tener asistencia médica gratuita, relacionarte con otras personas, poder pagar la comida, vivir libremente… ¿Y lo “raro”? Sencillamente todo lo contrario: no tener ingresos, no poder comer, no poder vivir libremente… Entonces, llego a la conclusión de que es imposible que exista la normalidad, de que aquello que nos venden como normal, realmente no puede serlo.

Seguramente estarán diciendo, “¿cómo que no puede existir?, ¡si estoy deseando recuperarla!” Es en este momento cuando me planteo si es normal la pobreza en la que viven millones de personas, si es normal el hambre que se vive en países menos desarrollados, si es normal que sigan existiendo desigualdades entre hombres y mujeres, si es normal que los humanos hayamos agotado y estemos agotando numerosos recursos naturales. ¿Es esto normal? Realmente parece imposible de creer que en pleno siglo XXI asumamos que estos problemas, que implican el sufrimiento de millones de personas y el resentimiento del planeta, forman parte de la “normalidad”. ¡Me niego!, me niego a pensar que el ser humano sea tan despiadado de considerar que el sufrimiento de otras personas forma parte de lo “normal”.

«EFECTO AVESTRUZ»

Entonces, ¿por qué no atajamos de raíz esta problemática? Los avestruces entierran su cabeza en la tierra, buscando mimetizarse entre la naturaleza pasar desapercibidos ante riesgo que suponen los depredadores. Los psicólogos cognitivos estudian un nuevo sesgo cognitivo que denominan el efecto avestruz, una tendencia que lleva a los humanos a formar una realidad subjetiva en la que todo va bien y en la que la “normalidad” siempre va a continuar. Esto conduce a que el ser humano se crea intocable, crea nada puede afectarle, como una pandemia mundial, porque disponemos de amplios conocimientos tecnológicos, médicos, astronómicos o geológicos. Pero no somos conscientes de que nuestra existencia sobre la Tierra es fruto de una casualidad, y que esa misma casualidad podría hacernos desaparecer. Quizá, la creencia de que el ser humano es intocable y lo sabe todo, sea la causa que nos impide ver los problemas globales. O quizá, otra posibilidad, más dolorosa, es que aquellas personas que disfrutan de una situación favorable y que no sufren los problemas, se estén comportando de manera algo egoísta, mirando hacia otro lado o escondiendo la cabeza en la tierra, mientras seres de su misma especie sufren, puesto que evitar ese sufrimiento supondría acabar con su querida “normalidad”.

Sea cual sea la causa de la inacción, ¿por qué las personas están deseosas de volver a la “normalidad” anterior al coronavirus? Porque creen que la “normalidad” del resto de personas es igual de buena que la suya, puesto que el “efecto avestruz” les impide ver que la de miles de personas pasa por no tener ingresos, no poder comer, ir a un centro sanitario o ir a la escuela. Es ahora cuando debemos actuar, el tiempo se nos está acabando y aún tenemos que acabar con la antigua y la “nueva” normalidad (es decir, la situación previa al coronavirus, pero con la presencia de mascarillas, hidrogeles y distancias de seguridad). Solo cuando toda la población mundial pueda tener los mismos derechos y acceder a los mismos recursos; y solo cuando hayamos encontrado un modelo económico y social que no sea dañino para la Tierra, podremos decir que nos encontramos en la ansiada normalidad.

¿ES ESPAÑA UNA DEMOCRACIA PLENA? por Jorge Gutiérrez

LAS PORTADAS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SE HAN LLENADO ESTOS ÚLTIMOS MESES DE LAS POLÉMICAS DECLARACIONES DEL YA EX-VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO, PABLO IGLESIAS, EN LAS CUALES AFIRMABA QUE ESPAÑA ES UNA DEMOCRACIA MUY MEJORABLE.  ESTE HECHO HA GENERADO TAL CONTROVERSIA QUE SE HA LLEGÓ INCLUSO A PEDIR SU DESTITUCIÓN DESDE EL MANIFIESTO “LA ESPAÑA QUE REÚNE”, FIRMADO POR VARIOS EX-DIRIGENTES SOCIALISTAS.

Pese a estar en desacuerdo con muchas cosas que dice el señor Iglesias, creo que tiene bastante razón, y aunque no comparta sus motivos y piense que no sea el más indicado para dar lecciones sobre democracia, creo que es obvio que la democracia española tiene fallos que voy a exponer en las siguientes líneas.

Una de las características principales e imprescindibles de las democracia liberales como las europeas es la separación de poderes que se vulnera en España. En nuestro país, la elección de los vocales de Consejo del Poder Judicial es “a dedo” por los políticos, principalmente por los dos partidos mayoritarios. En esta legislatura incluso se está llegando a contemplar que los jueces los elijan los propios partidos del gobierno, propuesta precisamente hecha por el partido de Iglesias, quien habla de la falta de democracia. Si queremos ser una democracia plena debemos respetar la separación de poderes y defender que el poder ejecutivo deje de inmiscuirse en el poder judicial. Los jueces deben de elegir a los jueces y no los políticos. Por si fuera poco, la Fiscal General del Estado que en esta legislatura ha sido puesta a dedo por el propio presidente es una exministra de justicia. ¡Vaya tela!

Por desgracia, el Consejo del Poder Judicial no es lo único con lo que se mercadean los partidos del bipartidismo. El Consejo de Administración de RTVE también es repartido sin ningún criterio técnico ni concurso público por los políticos de los “viejos partidos”, cuando los medios de comunicación deberían ser totalmente independientes. Pese a que se ha hablado de una Ley Mordaza a los medios de comunicación (propuesta también por él mismo que habla de falta de salud democrática) y se haya subvencionado a televisiones privadas desde el gobierno, hay que oponerse a esto y respetar la independencia de los medios para avanzar hacia una democratización efectiva.

Otro aspecto que considero que debilita nuestra democracia es la ley electoral. Dicha ley favorece claramente al bipartidismo y a los partidos con el voto muy concentrado como a los nacionalistas, y por eso quizá no interesa modificarla para que sea más justa y equitativa. Esta ley implica que a algunos partidos con el voto más disperso les cueste mucho más conseguir un escaño,  por ejemplo, el 10N Pacma consiguió 225.000 votos y ningún escaño, mientras Coalición Canaria con 20.000 votos menos obtuvo 2 escaños. Una democracia debe implicar que todos los ciudadanos somos iguales y por lo tanto, un escaño tiene que valer lo mismo para todos los partidos.

En estos últimos días, coincidiendo con la campaña electoral catalana, algún partido político ha recibido agresiones, hecho que no es algo puntual ni que ha empezado a ocurrir ahora. No voy a ir al hecho de que el partido increpado ha utilizado estas agresiones con un fin electoralista, sino a la anomalía que supone que se justifique que un partido dentro de la legalidad no pueda expresar sus ideas en libertad. Esto vale para cualquier partido, no sirve pedir que se respeten tus ideas y tu libertad mientras justificas que se haga con otras formaciones. Este debate nos conduce inevitablemente hacia la propuesta de ilegalización de partidos nacionalistas que se llevó al Congreso el pasado año. Creo que proponer la ilegalización de ideas también es antidemocrático, yo soy partidario de que al nacionalismo se le derrota en las urnas y no mediante la ilegalización, esto no arregla nada, como nos ha demostrado la Historia más reciente de nuestro país. Partidos con ideologías totalitarias como la Falange o España 2000 han sido derrotados en las urnas. Incluso el PCE tras conseguir una cantidad ínfima de votos, subsiste a duras penas en IU. Quizá con el nacionalismo sea más complicado, pero es la única forma democrática de hacerlo. 

Por último, creo que un fallo en nuestra democracia es el hecho de que un partido como EH Bildu,  se blanquee y se incluya en pactos de gobierno. Como he explicado anteriormente, la solución no es la ilegalización, pero normalizar que se blanquee a partidos políticos que justifican el asesinato político y que piden la libertad para presos responsables de más de un millar de vidas, no fortalece nuestra democracia, más bien lo contrario. No todo vale en política.

NOS DEBERÍA DESTROZAR II Por Víctor Bravo

LOS AYUNTAMIENTOS SON LAS INSTITUCIONES CUYOS SERVICIOS SON MÁS CERCANOS AL CIUDADANO, PERO TAMBIÉN LAS QUE MENOS PRESUPUESTO TIENEN; POR LO QUE, SI A ESO LE AÑADIMOS LA PRIVATIZACIÓN DE SERVICIOS Y LA GENEROSA COMPRA DE LUCECITAS, NOS QUEDA UN PANORAMA IDÍLICO.

En diciembre de 2019, mientras el Ayuntamiento de Zaragoza aumentaba el presupuesto destinado a las lucecitas de navidad, defendía en este mismo espacio que, mientras los recursos públicos de la ciudad estuviesen fuertemente mermados o no se paliase la difícil situación de las familias zaragozanas que viven en la pobreza, era despiadado y esperpéntico aumentar el presupuesto en lucecitas. Nada más lejos de la realidad, en 2020, en medio de una pandemia mundial que ha mermado la economía a niveles de posguerra, nos encontramos con que la corporación municipal, formada por PP y C´s y apoyada por VOX, aumentaba dicho presupuesto a los 700.000 euros.

Jorge Azcón tenía la esperanza de apoyar, con una iluminación “antidepresiva”, al pequeño comercio tan dañado por la COVID. Resulta especialmente llamativo que PP, C´s y VOX votasen el 28 de enero, en contra de la moción a los presupuestos del consistorio para este 2021 que, presentada por Zaragoza en Común, pedía que se incluyesen partidas con ayudas directas a los sectores más afectados por la pandemia; tales como la hostelería, el sector cultural, el taxi y… ¡SORPRESA! también el pequeño comercio. Sí, han leído bien, pretendemos apoyar al pequeño comercio con luces, ¿con ayudas directas para qué? Y es que los Ayuntamientos son las instituciones cuyos servicios son más cercanos al ciudadano, pero también las que menos presupuesto tienen; por lo que, si a eso le añadimos la privatización de servicios y la generosa compra de lucecitas, nos queda un panorama idílico.

No resulta sorprendente que PP-C´s-VOX dejen su marca, la de la privatización en detrimento de los servicios públicos, en especial de los servicios sociales, y la de los amiguismos; por cualquier organismo político que pasen. Un claro ejemplo es la eliminación de la partida destinada al “laboratorio de economía social” de la Universidad de Zaragoza, que se encargaba de fomentar proyectos económicos justos y solidarios. Spoiler: ahora llega el presunto amiguismo. Los nuevos presupuestos incluyen una partida de 50.000 euros destinada a la Universidad San Jorge para poner en marcha un laboratorio que, siguiendo el método SROI, analice el valor económico, social y medioambiental de los proyectos económicos. Casualmente, la Consejera de Economía, lnnovación y Empleo del Ayto. de Zaragoza, María del Carmen Herrarte (C´s), trabajó durante 6 años como directora de Marketing y Comunicación de la Universidad San Jorge. ¿Una casualidad? Claro…

COLA DEL HAMBRE. PARROQUIA DEL CARMEN

A parte de este dato, que nos ayuda a entender la línea seguida por el equipo de gobierno, ¿qué ocurre con la pobreza de los hogares zaragozanos? Ebrópolis determinó su último informe que en 2018 alrededor de un 19,9% de los menores de edad de Zaragoza estaban en riesgo de exclusión. Las causas las encontramos en que un 27,7% de los hogares con menores no pueden afrontar gastos imprevistos o en que el 17,4% de ellos viven en hogares con problemas de habitabilidad (goteras, humedades, podredumbre…). Estos datos son de 2018, ¿se imaginan cómo se habrán disparado estas cifras en un año, 2020, en el que el paro en Aragón ha aumentado casi un 25%? Y frente a esto, ¿qué ha hecho el Ayuntamiento de Zaragoza? Yo les ayudo: eliminar la Oficina Municipal de Vivienda, que ahora gestiona la DGA con notables restricciones; reducir en 400.000 euros las ayudas para que personas vulnerables paguen los gastos de vivienda o impuestos municipales… Lo que sí han hecho es aumentar la financiación de las iniciativas privadas relacionadas con los servicios sociales, igual hubiera sido mejor fortalecer los servicios públicos… Todo ello, mientras los funcionarios del Ayuntamiento siguen pidiendo contrataciones para poder prestar los servicios públicos con la debida calidad.

FUNCIONARIOS RECLAMAN MÁS EMPLEOS

Sospecho y temo que detrás de toda la historia de las lucecitas, se encuentre realmente un propósito de desviar la atención de los zaragozanos, para que creamos que vivimos en una utopía en la que todo va bien y no en una ciudad con una alta tasa de pobreza infantil, donde sus ciudadanos y ciudadanas no tienen vivienda o no pueden afrontar sus gastos mientras las “colas del hambre” siguen aumentando. Nos debería seguir destrozando.

BENDITA NORMALIDAD Por Marcos Serna

Se ha generalizado el uso de la palabra “normalidad” para hacer referencia a aquella época que ahora nos parece muy remota en la que reinaba una cierta estabilidad. Sin embargo, la normalidad per se debería ser asociada con todo lo contrario, y es que, lo más “normal” no son los periodos de bonanza económica, de prosperidad o de desarrollo, sino los periodos convulsos, repletos de cambios y de incertidumbre. Y es que la crisis que estamos atravesando no deja de ser una de esas fases, que desgraciadamente se han convertido en el pan nuestro de cada día, por lo menos en este país. Por ello, deberíamos intentar asumir y normalizar estas situaciones, valga la redundancia. Solo así podremos aceptar que la realidad no es tan perfecta como la concebimos, y aprender de los errores que se cometen para no repetirlos en el futuro, o simplemente abrir nuestra mente y ser más transigentes para acoger otras concepciones de la vida que antes nos parecerían incomprensibles.

Además, esa misma “normalidad” que presencia la mayor parte de la sociedad, también resulta perniciosa por el hecho de que de forma inconsciente, las personas nos instalamos en nuestra zona de confort y nos resistimos a actuar, no solo para cambiar nuestra situación personal, sino también la de los demás. Sin embargo, cuando asociamos la “normalidad” con el extremo opuesto, nuestra actitud ante las adversidades también es la contraria, lo cual nos beneficia a todos.

La historia está repleta de casos que pueden respaldar mi teoría anterior. Si echamos una mirada al pasado, y analizamos el desarrollo de las civilizaciones arcaicas, podremos comprobar que la evolución de las mismas se ha producido en parte gracias a una serie de acontecimientos que nada tienen que ver con lo que en la época sería caracterizado como “normal”. Pongamos como ejemplo la Revolución Francesa, la cual supuso una serie de cambios en el entramado político, económico y social que cambiaría para siempre la concepción de la normalidad en las sociedades futuras.

Algo parecido sucede en la actualidad. Cuando consigamos acabar con el coronavirus, nos daremos cuenta de que se habrán producido muchos cambios en nosotros mismos y en la sociedad, que habrán modificado nuestra forma de ser y de actuar. Por ejemplo, a raíz de las recomendaciones sanitarias que se han propuesto para reducir la propagación del virus, tenemos una actitud más responsable, como puede ser la necesidad de llevar la mascarilla de forma cotidiana. De hecho, no concebimos la idea de salir sin ella. Y no solo eso, la sencilla mascarilla quirúrgica ha sido ampliamente superada. Ahora necesitamos que nuestra mascarilla combine con nuestro atuendo, o que luzca el escudo de nuestro equipo favorito, o que sea de nuestra marca preferida. En definitiva, se ha convertido en un complemento imprescindible no solo desde el punto de vista sanitario, sino desde el punto de vista estético. Y eso ha desembocado en una nueva normalidad. A lo que quiero llegar es que esta misma situación también supone una revolución. No sé si tendrá tanto impacto como la que sucedió en Francia a finales del siglo XVIII, pero lo que está claro es que cambiará el concepto de normalidad que tenemos actualmente. Y no solo eso, también viene a demostrar que la normalidad está constantemente evolucionando, y que las personas tenemos que adaptarnos y acostumbrarnos a ella.

De hecho, debemos sentirnos afortunados de que se haya producido esta evolución en la sociedad. En el pasado, ciertos problemas eran concebidos en todo el mundo como algo banal, a lo que las personas estaban muy acostumbradas, como puede ser el pasar hambre, la escasa esperanza de vida, o la elevada mortalidad infantil. En la actualidad (por lo menos en los países desarrollados), la concepción de la normalidad ha cambiado para bien, y nuestra vida actual no refleja estas complicaciones. No obstante, es importante que sigamos trabajando para lograr que en un futuro no muy lejano todas las personas, independientemente del país donde vivamos, podamos disfrutar de las mismas oportunidades, y vivir en las mismas condiciones de igualdad.

Si por el contrario pensamos en el futuro y en esa concepción de la normalidad que podamos tener de aquí a unos cuantos años, considero que grosso modo va a ser muy parecida a la de ahora. Lógicamente vamos a seguir presenciando muchas mejoras y avances tecnológicos que modificarán nuestra forma de vivir, pero seguiremos adoleciendo de los mismos problemas o por lo menos de problemas muy parecidos a los de la actualidad. Seguiremos teniendo cada cierto tiempo crisis económicas que nos parecerán el fin del mundo, seguiremos teniendo disparidad de opiniones y discusiones en cuanto a la política y constantes cambios de gobierno, y seguiremos pensando que a pesar del progreso, todo era mejor cuando éramos jóvenes. Si todos estos problemas ya se daban en tiempos de la Revolución Francesa, ¿quién puede pensar que será tan fácil acabar con ellos?.