LES TOCABA ACTUAR A ELLOS Y LO HAN HECHO. EL GOBIERNO DE ESPAÑA APROBÓ DEFINITIVAMENTE EN EL SENADO LA LEY ORGÁNICA DE MEJORA DE LA LEY ORGÁNICA DE EDUCACIÓN, PERO ¿REALMENTE CAMBIA ALGO?
Celeridad y falta de consenso, son dos de las características de la nueva LOMLOE, la Ley que pretende mejorar la Ley de Educación aprobada por Rodríguez Zapatero en 2006. Con esta, ya son ocho las leyes que han regido la educación desde que comenzase la democracia; y, como no, ha seguido el patrón de las anteriores: ser elaborada en un corto espacio de tiempo tras la formación de un nuevo gobierno, incluir la ideología del gobierno sin cambiar los aspectos realmente nocivos del sistema educativo, ser aprobada con fuertes críticas de la oposición y entrar en vigor mientras las Comunidades Autónomas tratan de dejarla sin efecto. Ello no debería sorprenderos, las Leyes Educativas en España son el engendro de ese juego partidista al que llamamos política: un Gobierno aprueba las leyes de acuerdo con su ideología y la oposición de turno critica todos los aspectos de la ley por ser de la ideología contraria.
La nueva Ley se asienta sobre cinco objetivos: los derechos de la infancia, la igualdad de género, la personalización del aprendizaje, la educación para el desarrollo sostenible y ciudadanía mundial y el desarrollo de la competencia digital. Dicho así, suena bien. Entre las novedades más reseñables que incorpora el texto encontramos la eliminación del concepto de “demanda social” que afecta a la escuela concertada, la creación de un Plan de Contingencia que garantice el derecho a la educación en cualquier circunstancia, la eliminación de la obligación de cursar una materia alternativa a religión e incorporación de Valores Éticos al currículo de materias obligatorias en ESO entre una larga lista.
Alguna de estas novedades ha recibido duras críticas por parte la oposición, como la eliminación del concepto “demanda social”; esto supone que la Administración deberá ofertar suficientes plazas públicas independientemente de las plazas privadas o concertadas, mientras que, con la anterior ley, la oferta de plazas públicas debía ajustarse según las plazas concertadas y privadas disponibles. Cabe recordar que la educación concertada se basa en la financiación pública de plazas educativas gestionadas por la Iglesia Católica o empresas privadas en el mejor de los casos; y que frecuentemente se caracteriza por favorecer la segregación por sexos, socioeconómica (al obligar a realizar aportaciones económicas, algo que prohíbe expresamente la nueva ley) e impartir determinados valores semejantes a los católicos.
Volviendo al tema que nos ocupa, en el número 6 de La Voz del Élaios, defendí que la LOMCE se basaba en un sistema educativo premiaba la sumisión a los exámenes en detrimento de la creatividad, es decir, que la persona que se adapte al modelo intensivo en horas de estudio (principal causa del abandono escolar) logrará aprobar independientemente de si los contenidos han sido realmente adquiridos; un sistema que forma personas que el día de mañana compondrán nuestra sociedad y que no saben hacer la declaración de la renta, gestionar una hipoteca o hacer un currículo. Pues esto es la LOMLOE, una Ley que introduce cambios progresistas que se quedan en la superficie del problema sin atacar su base: el sistema.
Igualmente defendía que era necesaria la presencia de una educación afectivo-sexual que evite el machismo y LGTBIfobia de nuestra sociedad. En este sentido la LOMLOE sí ha actuado, pues pasa a considerar principios pedagógicos “el desarrollo de la igualdad de derechos, deberes y oportunidades, el respeto a la diversidad afectivo-sexual y familiar, el fomento de la igualdad efectiva de mujeres y hombres a través de la consideración del régimen de la coeducación de niños y niñas, la educación afectivo-sexual, adaptada al nivel madurativo, y la prevención de la violencia de género, así como el fomento del espíritu crítico y la ciudadanía activa”. También, defendía que en España no se forman docentes, sino especialistas en una materia que, teniendo en posesión un Máster de Profesorado (un “sacadinero” como lo llaman muchos docentes) y, habiendo aprobado unas oposiciones, imparten clases. Con respecto a este asunto, el texto recoge que “los poderes públicos prestarán una atención prioritaria al conjunto de factores que favorecen la calidad de la enseñanza y, en especial, la cualificación y formación del profesorado”, después habrá que comprobar si esto es realmente efectivo y suficiente…
En definitiva, de nada servirán todas las leyes que, sin consenso y con un marcado tinte ideológico sin importar la mejora educativa efectiva, el Gobierno de turno apruebe durante su legislatura si no afrontan el verdadero problema que hace que España esté a la cola en calidad educativa: el modelo intensivo en horas, la sumisión a este y la falta de vocación de parte del profesorado.