VOCES LEJANAS Y AMORTIGUADAS, COMO SI ESTUVIERAS BAJO EL AGUA, GRITAN PARA QUE SAQUES LA CABEZA Y DESPIERTES. NO PUEDES, NO TIENES LA FUERZA, LA INICIATIVA NI LA VOLUNTAD NECESARIAS.
Escuchas las noticias de fondo, sin comprenderlas del todo. Tantos problemas y políticos discutiendo; nunca los has entendido. La política no te gusta, ni siquiera te interesa, porque no crees que el mundo pueda mejorar realmente, a pesar de todos los pequeños cambios que se hagan. Igual es por tu naturaleza pesimista que te impide imaginar un futuro, o simplemente porque te limitas a vivir en la ignorancia. Salir de esta supone un esfuerzo desacostumbrado después de haberte acostumbrado a vivir a base de órdenes. Y puede resultar estúpido, pero es así, te gusta limitarte a cumplir lo que otros dicen, sin valor de desobedecer o salirte de lo establecido.
Algunos pensarían que es triste, para ti es cómodo y seguro, aunque esta falta de iniciativa motive otros problemas como el nulo crecimiento personal. Puedes leer todo lo que quieras, pero nunca vas a expresar tu opinión ni te vas a implicar en esos problemas que oyes repetirse en la televisión, esos que se repiten hasta que aparece uno nuevo que opaca al anterior, pero que muere con la misma rapidez que el anterior. Una rapidez que te sofoca y aturde, sin dejarte asimilar todo lo que pasa a tu alrededor.
Por mucho que quieras entender y aprender no hay tiempo. Ni un solo respiro porque estos no están permitidos en ningún lugar, todo tiene que ser dinámico, ágil y eficaz. Y ni se te ocurra pensar en el fracaso, te dicen que no es una opción, pero te gustaría fracasar, caer y no levantarte al segundo. Ojalá pudieras tomarte tu tiempo y hacer las cosas a tu manera, pero el miedo a ese fracaso es mayor, por eso, mejor no intentar nada nuevo y seguir lo preestablecido.
Y después de preguntarte mil veces a lo largo del día por qué eres así, por qué no despiertas y por qué no actúas como otras personas, vuelves a tumbarte en la cama, escuchando las noticias amortiguadas de fondo. Tu mente da tantas vueltas como tú en la cama, pero no parece encontrar una respuesta. Solo se te ocurre culpar al tiempo, que te aparta de tu propio camino y te hace contemplar tu vida desde el margen, pero sabes que no es así. No es que no haya tiempo, sino que es más cómodo quedarte en tu mundo; el mundo del ignorante.