Empezamos el nuevo curso cargados de ilusión. ¡Queremos contar tantas cosas! Tenemos montones de temas de los que hablar, que nos interesan, que creemos que os interesan a todos. Y necesitamos también vuestra ayuda, vuestra colaboración: sois bienvenidos. ¿Quieres opinar? ¿Te apetece explicar algo que has vivido? Aquí tienes tu sitio.
En este número 2 hemos querido comenzar mimándonos, dedicándonos un tiempo, tan necesario, para hablar de la felicidad. Pero enseguida miramos a la actualidad más dura, el jucio de La manada, los presuntos violadores de una chica en San Fermín. Y decimos «presuntos» porque como periodistas buscamos el rigor y la verdad, y no podemos decirlo de otra manera hasta que no salga la sentencia.
También tiene su hueco la historia de los españoles en los campos de concentración; los éxitos en ciencia y en el deporte de nuestros compañeros. Por otra parte, las durísimas cifras sobre el maltrato a las mujeres nos saltan a la cara, igual que el machismo y la desigualdad desde niños y desde el uso del lenguaje.
La identidad sexual, la asexualidad en este caso, y la adolescencia con toda su carga de emociones son temas a los que siempre y necesariamente volvemos.
Nuestros colaboradores de este número nos hacen pensar sobre la tauromaquia, el chantaje y las obsesiones enfermizas. ¡Ni más ni menos!
Y por último, pero no menos importante, dedicamos un espacio para contar «de otra manera» la vida de los cuñaos y Dora la Exploradora.
Muchas veces pienso cómo se deben de sentir las personas que me rodean, porque sí. Paso con ellas mucho tiempo y las veo a diario, pero no lo sé todo de ellas. Quise entrevistar a algunos de mis compañeros, para ver cómo se sentían y si eran todo lo felices que querían ser, y me sentí muy bien al escuchar sus respuestas. Espero que lo disfrutéis tanto como disfruté yo haciéndolo.
¿Por qué no hay grupos de mujeres que asaltan y abusan de hombres? ¿Por qué salvo en contadísimas excepciones no hay mujeres que ataquen a hombres? ¿Por qué no hay acciones de violencia en grupos constituidos por mujeres? ¿Es que acaso no hay mujeres abandonadas, mujeres desesperadas, mujeres celosas, mujeres que están atrapadas en la droga y en el alcohol, mujeres que viven en guetos infestados de violencia? ¿Entonces? ¿Qué pasa a los hombres que a nosotras no nos pasa?
¿Por qué el día internacional de la mujer parece un día solo para mujeres? ¿Por qué a los actos convocados sobre la violencia de género contra las mujeres sólo asisten mujeres?
¿Por qué los hombres nunca se sienten aludidos como género por estas cuestiones?
Lo que esta muy claro es que inmediatamente tendríamos que revisar antiguos hábitos que han estado infestado nuestra cultura y la historia (a nivel global) para conseguir avanzar como personas y/o especie. El recriminar a una victima que después de la agresión intente seguir llevando una vida normal no es ningún tipo de avance social, sino una manera de culpabilizarla, y el que el juez que juzga el caso tome en consideración un informe elaborado por detectives privados que siguieron a la chica (además de rastrear sus redes sociales) alude indirectamente que además de haber sido violada tiene que aparentarlo. Esto hace que desvíe el foco de lo que se esta juzgando y se empiece a juzgar los actos extrajudiciales.
Gracias el juicio de cuestionable seriedad y del gran escándalo mediático, el nombrar a estas alturas palabras clave como «detective privado» o «irse de fiesta después de» nos centra automáticamente en los cinco jóvenes sevillanos del grupo autodenominado «La Manada», que grabaron la presunta violación de cuatro minutos con uno de sus teléfonos móviles.
Todo este clima está favorecido por algunos medios de comunicación que han publicado titulares en los que se cuestiona la versión de la victima y se pone en duda el trauma de la chica, describiendo la vida “normal” que lleva ahora. Lo preocupante es que este cuestionamiento hacia las victimas sucede con demasiada frecuencia y no solo en los medios de comunicación, todos recordamos el caso del año pasado, en el cual la jueza que durante un juicio por violación le preguntó a la chica: “¿Cerró usted bien las piernas para evitar la violación?”
¿Por qué en las agresiones machistas el foco parece estar siempre en las mujeres?, parece impensable que alguien pudiera cuestionar a la victima, por ejemplo, de un atraco.
Pero, disculpe las molestias señor juez, nos están asesinando, y usted esta infravalorando actos machistas arraigados en nuestra sociedad, como es la violación, con sus actos.
Millones de mujeres en todo el mundo y a través de la historia luchan o han luchado para que el género femenino deje de ser reconocido como el sexo débil y por tener unos derechos que hoy en día siguen sin existir, pero por mucho que nos digan «dejad de quejaros que antes la situación era peor» no pararemos hasta conseguir un mundo igualitario.
Yo si que tengo una respuesta a todas las preguntas citadas al principio, pero solo las puedo resolver con otra pregunta:
¿Acaso tú, varón blanco, hetero, occidental, con poder adquisitivo medio y sin ningún tipo de minusvalía (en resumen no sufres ningún tipo de represión social) tienes miedo a dar libertades a los demás porque te acaben quitando tus privilegios?
Hace unos días me tomé la libertad de investigar un poco sobre las cifras de mujeres afectadas por violencia de género, tanto a nivel nacional como internacional, y he de decir que me sorprendí bastante al ver la cantidad de mujeres que sufren en todo el mundo y lo poco que se habla de ello. Es un tema que me da mucha rabia, porque ninguna de nosotras debería nunca ser tratada de tal manera. He querido compartir con vosotros todos los datos que encontré, y espero que reflexionemos todos sobre lo mucho que nos queda por hacer en el mundo.
Micromachismo es un término muy usado en la actualidad para referirse a esos comportamientos y expresiones que no llegamos a percibir… digamos que un machismo de “baja intensidad”. Sin embargo, ¿el término en sí no sigue siendo machista? Si hablamos de micromachismo, entonces también tendríamos que considerar el macromachismo, que es la actitud socialmente visible y repudiada. Esto significa que los micromachismos están normalizados y/o justificados en el día a día. Pero en realidad, estas actitudes machistas “entre líneas” juegan un papel muy importante en el mantenimiento de la subordinación de la mujer dentro de la sociedad.
Es por eso que mi principal objetivo es poner voz a esos casos y ejemplos que existen en la vida de todos, para que podamos condenarlos y no volverlos a usar. Porque todo el mundo puede vestir con el color que le apetezca y tener el derecho de no ser juzgado por ello.
Con este caso empezamos: los colores. El rosa para las niñas y el azul para los niños. Es una práctica que vemos constantemente en nuestra vida occidental donde los bebés que nacen mujer deben llevar vestiditos (si son rosas mejor) y los niños pantalones azules. Esto se debe a que la sociedad necesita condicionar, principalmente, desde muy pequeños a los niños y niñas para que se identifiquen con un género u otro. ¿Qué elección tiene una recién nacida sino llorar en su habitación con paredes rosas, dormir con muñecas de princesas y llevar vestidos? ¿Dónde está la opción de elegir con el paso de los años si desde el primer minuto de tu vida ya te han clasificado como futbolero o conductor de coches de carreras?
“Hola soy un doctor, he mirado dentro de los pantalones de tu recién nacido y a partir de ahora le tiene que gustar el futbol sí o sí”
Relacionado con el tema de los colores, están los juguetes. Ahora que se han terminado los Pilares pronto empezaran las campañas publicitarias de Navidad para que papás y mamás se gasten su dinero en princesas y figuras de dinosaurios.
Otro año más veremos cómo los anuncios televisivos asumirán y condicionaran las preferencias de los más pequeños de la casa. Las chicas deberán tener una cocinita de juguete donde practicar para cuando sean más mayores; y los chicos deberán tener una equipación completa de su equipo de fútbol favorito.
Si nos ponemos a pensar, desde pequeños esperan que respondamos unas cosas u otras. Es una regla impuesta por la sociedad de manera no escrita. A una niña le preguntan: ¿Qué quieres ser de mayor? Y la niña se ve forzada inconscientemente a responder: Quiero ser una princesa sirena, con un castillo enorme. Mientras que si la misma pregunta se la realizas a un niño, él directamente responde: Futbolista.
Hay cientos de comportamientos machistas de los que todos debemos ser conscientes, tanto hombres como mujeres. El movimiento feminista ha acuñado el término falocéntrico para referirse al culto al pene, el órgano reproductor masculino, que básicamente podríamos interpretarlo como el culto a la figura masculina en la sociedad, imponiéndose al resto.
En conclusión, creo que deberíamos dejar de hablar de micro o macro machismos, y tratarlos como comportamientos machistas que no pueden justificarse bajo ninguna circunstancia y hacerlos desaparecer de nuestras vidas para llegar a la igualdad que el feminismo busca. De todas formas, ya hemos avanzado mucho en la tolerancia e igualdad, pero aún queda mucho por hacer.
Tortura, ensañamiento o crueldad son algunos de los rasgos que se pueden apreciar en la tauromaquia, lo que, desgraciadamente, aún no ha provocado su desaparición.
Es en estos grotescos, a la par que deleznables espectáculos donde mejor se puede ver la arrogancia del género humano: los espectadores disfrutan de la muerte de un ser considerado inferior, como todos los que no son como ellos, pero luego condenan escandalizados, por ejemplo, un festival tradicional chino en el que se sacrifican miles de perros para su posterior consumo. ¿Es posible mayor hipocresía?
Sabemos que esta costumbre tan española se remonta a la Edad Media, época bárbara y oscura donde las haya, lo que nos permite comprender su celebración. Sin embargo, debería ser impensable mantenerla en una sociedad que presume de ser tan avanzada como la nuestra.
Por otro lado, nunca falta el defensor convencido de este «noble arte», que esgrime como tesis que se trata de una tradición típicamente española, y que costumbres tan arraigadas no deben suprimirse, pues conforman nuestra identidad.Del mismo modo, habría que permitir cualquier tradición, aunque vulnerara los derechos humanos.
En definitiva, el toreo cuenta hoy en día con muchos adeptos a pesar de su irracionalidad. ¿Tradición o modernidad? La polémica está servida.
La identidad sexual en la actualidad es un tema que todavía es polémico y no se ha aceptado completamente en la sociedad. Aún hay muchas personas, homosexuales principalmente, que sufren acoso, chantaje, burla y rechazo solamente por su identidad u orientación sexual.
Por ejemplo, como bien explica el escritor David Lozano en su novela Valkiria, el personaje de Pedro es chantajeado con obedecer a Odín para mantener a sus padres al margen de su secreto: el hecho de ser gay.
La principal causa de rechazo por parte de otras personas es ser educado en el pensamiento de que ser distinto a ser heteroxesual ya define a una persona como alguien diferente; algunos creen que, incluso enfermo, y otros van más lejos, ni siquiera persona. Los padres son la primera fuente educativa de los niños; si se les enseña a los hijos que ser homosexual, bisexual, transexual o intersexual es algo malo, cuando el niño o niña crezca y descubra que es cualquiera de las opciones, se va a sentir muy inseguro en el momento de demostrar quién es.
En mi humilde opinión, creo que no importa realmente el tipo de identidad sexual de cada persona, eso no lo convierte en mejor o peor, en menos ni en más persona de lo que es, simplemente demuestra cómo es su personalidad, lo que le hace ser como es. Hay que respetar a cada quien con sus gustos y y elecciones, porque nadie puede obligar a nadie a ser como quiera.
Además, el mero hecho de ser gay, lesbiana, hetero, bi, etc. nunca debería ser motivo de chantaje emocional, ni desprecio verbal, ni daño físico, lo mismo que pasa con el resto de discriminaciones existentes.