Micromachismo es un término muy usado en la actualidad para referirse a esos comportamientos y expresiones que no llegamos a percibir… digamos que un machismo de “baja intensidad”. Sin embargo, ¿el término en sí no sigue siendo machista? Si hablamos de micromachismo, entonces también tendríamos que considerar el macromachismo, que es la actitud socialmente visible y repudiada. Esto significa que los micromachismos están normalizados y/o justificados en el día a día. Pero en realidad, estas actitudes machistas “entre líneas” juegan un papel muy importante en el mantenimiento de la subordinación de la mujer dentro de la sociedad.
Es por eso que mi principal objetivo es poner voz a esos casos y ejemplos que existen en la vida de todos, para que podamos condenarlos y no volverlos a usar. Porque todo el mundo puede vestir con el color que le apetezca y tener el derecho de no ser juzgado por ello.
Con este caso empezamos: los colores. El rosa para las niñas y el azul para los niños. Es una práctica que vemos constantemente en nuestra vida occidental donde los bebés que nacen mujer deben llevar vestiditos (si son rosas mejor) y los niños pantalones azules. Esto se debe a que la sociedad necesita condicionar, principalmente, desde muy pequeños a los niños y niñas para que se identifiquen con un género u otro. ¿Qué elección tiene una recién nacida sino llorar en su habitación con paredes rosas, dormir con muñecas de princesas y llevar vestidos? ¿Dónde está la opción de elegir con el paso de los años si desde el primer minuto de tu vida ya te han clasificado como futbolero o conductor de coches de carreras?
“Hola soy un doctor, he mirado dentro de los pantalones de tu recién nacido y a partir de ahora le tiene que gustar el futbol sí o sí”
Relacionado con el tema de los colores, están los juguetes. Ahora que se han terminado los Pilares pronto empezaran las campañas publicitarias de Navidad para que papás y mamás se gasten su dinero en princesas y figuras de dinosaurios.
Otro año más veremos cómo los anuncios televisivos asumirán y condicionaran las preferencias de los más pequeños de la casa. Las chicas deberán tener una cocinita de juguete donde practicar para cuando sean más mayores; y los chicos deberán tener una equipación completa de su equipo de fútbol favorito.
Si nos ponemos a pensar, desde pequeños esperan que respondamos unas cosas u otras. Es una regla impuesta por la sociedad de manera no escrita. A una niña le preguntan: ¿Qué quieres ser de mayor? Y la niña se ve forzada inconscientemente a responder: Quiero ser una princesa sirena, con un castillo enorme. Mientras que si la misma pregunta se la realizas a un niño, él directamente responde: Futbolista.
Hay cientos de comportamientos machistas de los que todos debemos ser conscientes, tanto hombres como mujeres. El movimiento feminista ha acuñado el término falocéntrico para referirse al culto al pene, el órgano reproductor masculino, que básicamente podríamos interpretarlo como el culto a la figura masculina en la sociedad, imponiéndose al resto.
En conclusión, creo que deberíamos dejar de hablar de micro o macro machismos, y tratarlos como comportamientos machistas que no pueden justificarse bajo ninguna circunstancia y hacerlos desaparecer de nuestras vidas para llegar a la igualdad que el feminismo busca. De todas formas, ya hemos avanzado mucho en la tolerancia e igualdad, pero aún queda mucho por hacer.