DISCULPEN LAS MOLESTIAS. NOS ESTÁN ASESINANDO. Por Lucía Espinosa.

¿Por qué no hay grupos de mujeres que asaltan y abusan de hombres? ¿Por qué salvo en contadísimas excepciones no hay mujeres que ataquen a hombres? ¿Por qué no hay acciones de violencia en grupos constituidos por mujeres? ¿Es que acaso no hay mujeres  abandonadas, mujeres desesperadas, mujeres celosas, mujeres que están atrapadas en la droga y en el alcohol, mujeres que viven en guetos infestados de violencia? ¿Entonces? ¿Qué pasa a los hombres que a nosotras no nos pasa?

¿Por qué  el día internacional de la mujer parece un día solo para mujeres? ¿Por qué a los actos convocados  sobre la violencia de género contra las mujeres sólo asisten mujeres?

¿Por qué los hombres nunca se sienten aludidos como género por estas cuestiones?

Lo que esta muy claro es que inmediatamente tendríamos que revisar antiguos hábitos que han estado infestado nuestra cultura y la historia (a nivel global) para conseguir avanzar como personas y/o especie. El recriminar a una victima que después de la agresión intente seguir llevando una vida normal no es ningún tipo de avance social, sino una manera de culpabilizarla, y el que el juez que juzga el caso tome en consideración un informe elaborado por detectives privados que siguieron a la chica (además de rastrear sus redes sociales) alude indirectamente que además de haber sido violada tiene que aparentarlo. Esto hace que desvíe el foco de lo que se esta juzgando y se empiece a juzgar los actos extrajudiciales.

Los integrantes de «La manada».

Gracias el juicio de cuestionable seriedad y del gran escándalo mediático, el nombrar a estas alturas palabras clave como «detective privado» o «irse de fiesta después de» nos  centra automáticamente en los cinco jóvenes sevillanos del grupo autodenominado «La Manada», que grabaron la presunta violación de cuatro minutos con uno de sus teléfonos móviles.

Todo este clima está favorecido por algunos medios de comunicación que han publicado titulares  en los que se cuestiona  la versión de la victima  y se pone en duda el trauma de la chica, describiendo la vida “normal” que lleva ahora. Lo preocupante es que este cuestionamiento hacia las victimas sucede con demasiada frecuencia  y no solo en los medios de comunicación, todos recordamos el caso del año pasado, en el cual la jueza que durante un juicio por violación  le preguntó a la chica: “¿Cerró usted bien las piernas para evitar la violación?”

¿Por qué en las agresiones machistas el foco parece estar siempre en las mujeres?, parece impensable que alguien pudiera cuestionar a la victima, por ejemplo, de un atraco.

Pero, disculpe las molestias señor juez, nos están asesinando, y usted esta infravalorando actos machistas arraigados en nuestra sociedad, como es la violación, con sus actos.

Millones de mujeres en todo el mundo y a través de la historia luchan o han luchado para que el género femenino deje de ser reconocido como el sexo débil y por tener unos derechos que hoy en día siguen sin existir, pero por mucho que nos digan «dejad de quejaros que antes la situación era peor» no pararemos hasta conseguir un mundo igualitario.

Yo si que tengo una respuesta a todas las preguntas citadas al principio, pero solo las puedo resolver con otra pregunta:

¿Acaso tú, varón blanco, hetero, occidental, con poder adquisitivo medio y sin ningún tipo de minusvalía (en resumen no sufres ningún tipo de represión social) tienes miedo a dar libertades a los demás porque te acaben quitando tus privilegios?

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