Los alumnos de 1º de bachillerato han leído el libro Días sin tregua. Su autor, Miguel Mena, nacido en Madrid en 1959, autor de 18 libros y locutor de radio durante 35 años, nos ha concedido una entrevista.
La Voz del Élaios- Al escribir la novela, ¿imaginaste que la mayoría de los policías eran como tú los describes o lo sabes por experiencia propia?
Miguel Mena- Lo sé por experiencia, porque hice la mili en aquella época y el ambiente en los cuarteles y en las comisarías era muy parecido. La mayoría, sobretodo los mandos policiales, eran muy de la época de Franco y estaban un poco en contra de los cambios, mientras que había policías jóvenes que sí los querían. Entonces eso lo viví, porque yo tenía 18 ó 19 años cuando hice la mili y conocí a muchos miembros de las fuerzas de seguridad y era lo que había entonces.
LVE- Para ti, que viviste la juventud alrededor de un terrorismo muy intenso, muy continuo, ¿qué ha significado el terrorismo?
MM- Para mí fue un sobresalto continuo, fue vivir con mucha incertidumbre, fue miedo. Cuando yo hice la mili veía a los militares, y algún soldado incluso, morir en los atentados. Fue una época de tristeza, de pensar que el futuro no tenía arreglo, lo recuerdo con dolor.
LVE- Hablando de sucesos de esa época de la Transición, ¿cómo recuerdas acontecimientos como el golpe de Tejero?
MM- El día del golpe de Estado de Tejero fue muy triste. Yo entonces estaba en Madrid, y me acuerdo cuando nos llegó la noticia de que estaba pasando algo en el Congreso y pusimos la radio. Ese día yo pensé que la democracia ya se había acabado. Recuerdo que volví a casa en metro y la gente no hablaba, iba todo el mundo callado, con la mirada baja, todos muy preocupados, porque allí en Madrid era donde estaba pasando y tengo ese recuerdo de la tristeza general. El golpe fue a las seis de la tarde y yo volvía en el metro a las nueve de la noche, cuando todavía seguían los políticos secuestrados en el Congreso y fue un día de pensar que ya, después de seis años de intentar que avanzase la democracia, se había acabado.
LVE- En el libro haces una descripción detallada de los paisajes, ¿esto cómo lo consigues?
MM- Prácticamente he estado en todos los lugares de la novela, en Madrid, Barcelona y Zaragoza. No he estado en Ginebra, que aparece un poco. Ahora en internet está todo y entre descripciones de la ciudad y fotos me documenté.
LVE- A la hora de escribir novela histórica, como Días sin tregua y sus dos secuelas, ¿cómo es el proceso de información?
MM- Yo utilizo mucho las hemerotecas, porque son muy buenas para saber las noticias de la época y lo que pasó. Y también, para la ambientación, utilizo los anuncios de coches y pisos de la época o la cartelera de cine. La verdad es que los periódicos son una fuente de información muy buena, pero sirve para el siglo XX, un poco del XIX y poco más. Si quieres escribir una novela histórica del siglo XVIII o XVII ya no vas a poder. Pero si es una cosa reciente los periódicos son un gran fuente de información.
LVE- ¿Qué género literario prefieres al leer?
MM- Para leer me gustan la novela y el ensayo, pero leo de todo. Leo también relatos y poesía, pero sobretodo novela y algún ensayo que tenga que ver con el cine, la música y la historia reciente.
LVE- ¿Te quedarías con alguno de los libros que has escrito?
MM- He publicado 17, ahora en abril saco uno y estoy acabando una novela, 19 en total. Hombre, yo estoy agradecido a todos, pero el que más se ha vendido es Bendita calamidad. Además se ha hecho una película y lleva diecisiete ediciones. No es mi mejor libro, pero sí que es al que le tengo más cariño.
LVE- ¿Tienes recuerdo de cuál fue el primer libro que leíste?
MM- Mi generación leíamos mucho a Julio Verne, que eran novelas de aventuras, y a una escritora inglesa que se llamaba Enid Blyton, que escribía novelas de chicos investigadores. No puedo recordar el primero, pero además antes de leer libros leía también mucho cómic, lo que se llamaban tebeos, por ejemplo Tintín.
LVE- ¿Cómo fue dar el paso a la escritura, después de haber empezado en la radio?
MM- A mí me había gustado siempre escribir y, cuando estaba en la radio, había escrito relatos y artículos en prensa, pero quería escribir una novela. A mí nadie me enseñó a escribir una novela, ahora hay muchos cursos de escritura, pero yo lo hice siguiéndome como lector. El escritor por lo general suele ser muy lector. Mi primera novela era de humor, y me costó, claro, las cosas al principio cuestan más hasta que vas cogiendo un poco de oficio, es como hacer deporte.
LVE- ¿Tienes algún ídolo, alguna inspiración o ejemplo a seguir?
MM- No uno, tengo muchos. Me gustan muchos escritores españoles contemporáneos como Ignacio Martínez de Pisón, Javier Cercas, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero, Ana Alcolea… Y luego escritores que leí de joven, como Graham Greene o Julian Barnes.
LVE- Protagonizaste el corto Un dios que ya no ampara y se hizo una película de uno de tus libros, ¿cómo ha sido tu experiencia en el cine?
MM- El cine me parece muy cansado, se repiten mucho las cosas. Es bonito, pero yo creo que la mayoría de gente que ve películas no sabe el trabajo que hay detrás. Lleva mucho tiempo de preparación, requiere mucha inversión económica y necesita muchas personas para cada escena, y eso es lo que más sorprende. Porque escribir es una tarea que hace uno en solitario pero en las películas detrás de cada escena están los actores, los iluminadores, los electricistas, los maquilladores, los de peluquería, los de vestuario, los de decorado… Mucha gente. Y luego se repiten mucho las escenas hasta que cogen la buena. Me parece un trabajo bonito, pero no es mi vocación.
LVE- Llevas 35 años en la radio, ¿cómo definirías tu carrera en ella?
MM- Pues en la radio hay que hacer de todo, es diversa y variada, entretenida. No me he aburrido nunca, he hecho todo tipo de radio: hice programas musicales, hice Estudio de guardia, un programa muy popular de llamadas con los oyentes, hice un programa de economía, uno de resumen semanal que se llama La fonoteca y uno de fin de semana que es más de cultura y ocio. He tenido una carrera muy entretenida, muy gratificante. Además por mi trabajo en la radio me han dado recompensas, como la Medalla de Oro de la Diputación de Zaragoza o hacerme Hijo Adoptivo de Zaragoza. Estoy muy contento.
LVE- ¿Estás más cómodo con tu trabajo actual en la radio o con alguno anterior?
MM- El que hago ahora me gusta mucho, es de los que más me gusta. Pero me gustaba más cuando duraba dos horas, ahora para mi gusto es muy corto.
LVE- Como escritor, ¿prefieres los libros en papel o el e-book?
MM- Yo no leo en e-book, leo solo en papel. En pantalla leo solo para documentarme. De hecho no utilizo nunca tablet. Mi hijo tiene, pero yo no se la cojo. Cuando estoy escribiendo tengo el móvil a mano por si tengo que consultar algo en internet, pero no me atrae el e-book.
LVE- Participaste en una charla sobre la despoblación en los medios de comunicación. ¿Crees que a un tema tan importante se le está dando suficiente voz?
MM- Ahora sí, pero hasta ahora no. El libro que saco ahora es un viaje por Aragón en bicicleta que hice en 1991 y repetí en 2016. Recuerdo que en el año noventa y uno de la despoblación no se hablaba y ya veías muchos pueblos que se estaban quedando vacíos y parecía que era una enfermedad sin cura. Ahora en los últimos años se ha empezado a hablar de ello, pero creo que se llega tarde. Hay muchos pueblos de Aragón que conozco que ya no se van a recuperar nunca.
LVE- ¿Tienes algún proyecto literario en mente después de Alcohol de quemar?
MM- Sí, tengo dos. En abril se publica Un viaje aragonés, que es ese viaje que hice en el noventa y uno y veinticinco años después lo repito, y luego estoy corrigiendo una novela de la que no os voy a decir el título. Está ambientada en los años sesenta y tiene que ver sobretodo con la música.
LVE- Ya para terminar, ¿nos podrías resumir qué quieres decir con Días sin tregua?
MM- Con esta novela he querido recordar unos años que fueron muy esperanzadores, pero también muy convulsos, y sobretodo he querido que no se olvide el dolor que se vivió en aquellos años y la incertidumbre de entonces, porque con el tiempo tendemos a borrar los recuerdos negativos, y no digo que haya que estar recordándolos continuamente, pero sí que no hay que olvidar lo que sufrimos para valorar lo que tenemos.