El movimiento feminista es una ideología liderada por las mujeres que lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. Existe controversia acerca de si el hombre debería ser parte de esta lucha.
¿Llegaremos a conseguir la igualdad si solo las mujeres la reivindicamos? Una parte opina que los hombres tienen un papel en este movimiento, pues deben estar involucrados (que no darles protagonismo) porque si excluimos a una parte de la población, ¿cómo seremos capaces de intercambiar ideas y abordar estos temas de manera igualitaria? Si implicamos a los hombres personalmente en la lucha contra el machismo, puede que más pronto que tarde se reduzca la desigualdad para conseguir el objetivo que busca el feminismo.
Es cierto que principalmente el cambio debe darse en la sección joven de la población, para que en un par de generaciones este comportamiento machista sea cosa del pasado. Pero los mayores de nuestra sociedad actual también deben ser partícipes de esta transformación. No podemos quitarles en un momento todos los comportamientos que han estado acostumbrados a usar durante toda su vida, han vivido en otros tiempos; y si nos remontamos a la historia española, han pasado por guerras y una dictadura.
En las comidas familiares, podemos percibir gran cantidad de machismos (por desgracia).
Por ejemplo, al acabar de comer… ¿Quién recoge? Las mujeres. Las abuelas, madres, tías, primas… todas se ponen a recoger la mesa mientras los hombres se quedan hablando en la mesa sobre deportes (seguramente sobre el fútbol masculino, y no femenino porque… ¿Quién habla de la selección española femenina de fútbol?)
Otros casos muy comunes son esas preguntas que aparecen en todas y cada una de las comidas familiares, tales como: ¿Y ya tienes novio?, ¿Cuándo nos lo presentarás?, ¿Para cuándo la boda? A ver, familia, mi objetivo en la vida no es tener novio, ni casarme, mucho menos tener hijos, además estáis suponiendo mi orientación sexual. Esto de los hijos y el matrimonio da pie a otra famosísima frase: “Ya cambiarás de idea cuando seas mayor”. No todas las mujeres (ni todos los hombres) tienen la necesidad desesperada en su interior de ser progenitores.
En las comidas familiares también podemos escuchar comentarios como: “Así no se comporta una señorita”, “Si sigues comportándote así, el día después de la boda el marido te devolverá” o “Debes aprender a cocinar, ¿sino como encontrarás marido?”.
Otros comentarios que también son muy típicos en estas adorables e interminables reuniones familiares son: “Estás hecho un hombre, a ver esos brazos” refiriéndose al hermano o primo y que como objetivo en la vida tiene que ser fuerte y todo un machote.
Todos estos ejemplos de machismos en las familias son muy usuales, claro está que todo depende de cada uno. Para detener estas prácticas machistas propongo usar el diálogo y no quedarse callados. Yo ,como no me corto un pelo con estos temas con mi familia, doy mi opinión y digo que está mal. Y es cuando mi familia pone los ojos en blanco y suelta: “Estás exagerando” o “Eres una histérica”.
Para hablar de la histeria necesitamos hojas y hojas, además de horas enteras de búsqueda y debates para llegar a una conclusión. En otra ocasión será ese el tema a comentar.