FUIMOS A LA RAE Y NO CREERÁS LO QUE NOS PASÓ Por Gema Gracia y Pablo Aylagas

Sede de la RAE

En nuestro viaje cultural por Madrid una de las visitas obligada era, por supuesto, la Real Academia Española de la Lengua, situada justo enfrente del Museo del Prado.

La RAE se fundó en Madrid el año 1713, bajo el reinado de Felipe V, inspirada en el modelo de la Academia Francesa y con el propósito, reflejado en sus primeros estatutos, de trabajar al servicio del idioma español. El escudo de la RAE resume en un lema propio de la época sus fines y obligaciones: “Limpia, fija y da esplendor” a la lengua española.

Desde entonces, la institución se ha dedicado a preservar, mediante sus actividades, obras y publicaciones, el buen uso y la unidad de una lengua en permanente evolución y expansión que es patrimonio común de casi 500 millones de hispanohablantes, una aspiración también recogida en sus estatutos vigentes, de 1993.

Sala de juntas

La primera sala que visitamos fue la Sala de Juntas donde se reúnen los académicos. La RAE cuenta en la actualidad con cuarenta y seis plazas de miembros de número que ocupan sillas designadas, en   mayúsculas y en minúsculas, con parte de las letras del alfabeto español.

Los académicos son elegidos, en votación secreta y por mayoría de sufragios, por los propios componentes de la institución, previa propuesta de candidaturas por parte de un grupo de tres de ellos, y a partir del sexto mes desde el fallecimiento del anterior ocupante de la silla correspondiente, por una cuestión de respeto. Las normas electorales están recogidas en los Estatutos de la RAE y en el Reglamento que regula el funcionamiento interno de la corporación.

Los académicos se reúnen en sesión plenaria, presidida por el director, todos los jueves del año, salvo en los períodos de vacaciones. Durante la semana, participan también en distintas comisiones de trabajo que estudian enmiendas y adiciones al Diccionario, así como la marcha de los diferentes proyectos.

Desde su creación, y hasta la fecha, la RAE ha tenido treinta directores. El primero de ellos, de 1713 a 1725, fue Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena, en cuya casa estuvo ubicada la sede de la institución. El actual, Darío Villanueva, fue elegido el 11 de diciembre de 2014.

Debido a la extensión del español en la actualidad, la RAE sigue una política panhispánica y tiene en cuenta los distintos dialectos de español que hay por todo el mundo. En 1951 se creó en México la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que agrupa a las veintitrés corporaciones de América, España, Filipinas y Guinea Ecuatorial. Desde su creación, y especialmente en los últimos años, la Asociación ha impulsado una política lingüística que implica la colaboración de todas ellas en las obras y proyectos académicos.

A través de un trabajo de intercambio permanente, las academias de la lengua se ocupan de fijar, mediante diálogo y consenso, la norma común -sobre léxico, gramática y ortografía- para todos los hispanohablantes. La aspiración final es favorecer la unidad de la lengua dentro de la diversidad propia del ámbito hispánico.

Nosotros en las escaleras

A continuación, continuamos subiendo unas escaleras en las que hay unos girasoles de metal que se despliegan únicamente cuando el rey visita la Academia. Proseguimos la visita en la biblioteca, donde  pudimos ver las estanterías donde se encuentran todos los libros que la institución posee, entre ellos las más importantes ediciones de diccionarios.

La Academia ha reunido a lo largo de su historia fondos bibliográficos de gran importancia. Su archivo reúne la documentación generada por la corporación desde el año de su fundación, 1713, hasta la actualidad. En julio de 2016 se puso a disposición de los investigadores una aplicación de consulta de los fondos digitalizados –especialmente buena parte de los documentos del s.XVIII-, que se irá actualizando con nuevas cargas de datos.

Biblioteca de la RAE

La biblioteca cuenta con unos 280000 volúmenes de libros y unas 800 cabeceras de publicaciones periódicas. Entre sus fondos, especialmente dedicados a lingüística y literatura española e hispanoamericana, figuran manuscritos, incunables y primeras ediciones de obras de los principales escritores españoles. Además de los ya mencionados legados de Dámaso Alonso y Antonio Rodríguez Moñino, ambos de gran valor histórico, en 2013 recibió también el legado del académico José Luis Borau.

Por supuesto, no podíamos irnos sin ver las dos bibliotecas que abarcan el legado de dos importantes escritores y miembros de la RAE: Antonio Rodríguez Moñino y Dámaso Alonso.

Legado Rodríguez-Moñino

El legado de Antonio Rodríguez-Moñino y su esposa María Brey está constituido por aproximadamente diecisiete mil volúmenes de la colección cedida a la Academia por disposición testamentaria. Reúne cerca de 2660 documentos manuscritos, desde el siglo xv. Destacan las obras de Enrique de Villena y el cancionero de Barrantes, con textos de Juan de Mena, y el manuscrito de El Buscón de Quevedo (hacia 1624). También se conservan autógrafos de personajes de la vida política y literaria española de los siglos XVII al XIX y abundante documentación histórica, notarial y genealógica. Entre los autógrafos del siglo XX sobresale el manuscrito de Una casa en la arena, de Pablo Neruda (1965).

Legado de Dámaso Alonso

La biblioteca particular del profesor y poeta Dámaso Alonso (1898-1990), cedida a la Academia en 1998 por disposición testamentaria, contiene importantes fondos de filología y literaturas románicas, con el interés añadido de que muchas de las obras incluyen anotaciones del propio escritor, quien dirigió la corporación entre 1968 y 1982. Hay, además, objetos personales (condecoraciones, fotos…), manuscritos autógrafos, abundante documentación y una considerable correspondencia con 2913 escritores e hispanistas. Todos estos materiales quedaron instalados, en octubre de 1998, en una sala especialmente dispuesta para ello por la Academia, inaugurada por los Reyes de España el 10 de noviembre de aquel mismo año. Incluye también un fondo documental con manuscritos autógrafos suyos, abundante documentación personal y profesional, y una rica correspondencia con escritores e hispanistas de reconocido prestigio, en particular con los hombres del 27, con los poetas de postguerra, con los escritores exiliados, o con personalidades destacadas del mundo de la cultura. Además, esta sala es lugar de reunión de diversas comisiones y es el rincón favorito de la mayoría de académicos. De hecho, el director de la RAE eligió esta habitación para ser entrevistado el mismo día que hicimos la visita.

Salón de actos

Por último, nos llevaron al salón de actos, al que se accede desde la biblioteca de Dámaso Alonso. Allí nos explicaron el procedimiento mediante el cual un académico toma posesión de su cargo y la disposición de las autoridades políticas y literarias en el acto. El académico electo «tomará posesión leyendo un discurso en junta pública en el plazo improrrogable de dos años a partir de su elección». Los actos de toma de posesión de los académicos, y la correspondiente lectura y edición del discurso son públicos. Además, el salón es el lugar donde se encuentra un retrato de Don Miguel de Cervantes Saavedra, que llegó a la sede en 1911 y preside la sala bajo el retrato de Felipe V. Tras varios debates, se determinó que se trata de una imitación y no del retrato pintado por Juan de Jáuregui, aunque en 1912 Alejandro Pidal, quien fuera por aquel entonces director de la institución, defendió su autenticidad, y en 1949 Enrique Lafuente Ferrari, historiador del arte, defendió su falsedad.

Como anécdota, merece mención el hecho de que cuando estábamos en las puertas de la RAE unos periodistas de Telecinco nos entrevistaron preguntándonos respecto a nuestra opinión de la introducción de nuevas palabras, y acabamos saliendo en el telediario de esa noche.

Antonio, Pablo e Irene siendo entrevistados